Las afirmaciones realizadas por Javier Fernández en su conferencia madrileña han sido contestadas por el sector ‘sanchista’, mayoritario en la dirección federal del PSOE y en la FSA. La número dos del partido, la asturiana Adriana Lastra, ha negado que Pedro Sánchez hubiera rectificado, pasando del rechazo a Mariano Rajoy al diálogo. La vicesecretaria general ha señalado que el máximo dirigente del PSOE se ha negado a investir a Rajoy o a aprobar su proyecto presupuestario, pero que siempre estuvo abierto a consensuar con el PP los grandes asuntos de Estado. La puntualización de Adriana Lastra es cierta. No tiene sentido discutir sobre declaraciones que están repetidamente publicadas y constan en todas las hemerotecas.
Del acto celebrado en Nueva Economía Fórum; de las presencias y las ausencias a la conferencia de Javier Fernández, así como de la polémica subsiguiente se puede sacar la conclusión de que el PSOE sigue fuertemente dividido. No se ha hecho una síntesis de las posiciones de unos y otros, porque ni siquiera se ha intentado. El triunfo de Pedro Sánchez en las primarias fue contundente, recibiendo más del 50% de los votos, frente a Susana Díaz y Patxi López. En la FSA, cuatro meses más tarde, Adrián Barbón volvió a reeditar la victoria de los ‘sanchistas’. Pedro Sánchez creía que se acababa la división interna y el partido se expresaría con una sola voz: la suya. No es eso lo que ha ocurrido. La política es una cinta sinfín y de la victoria de Sánchez se ha pasado al triunfo de los barones autonómicos, cercanos a Susana Díaz, allí donde se presentaron a la reelección (Javier Fernández renunció a un nuevo mandato, como secretario general de la FSA). Luego vino la crisis catalana que dejó en una posición desairada a Pedro Sánchez, porque su apuesta por el diálogo y los pactos transversales ha quedado sobrepasada por un choque de bloques donde se llevaron la mejor parte Ciudadanos (ganador de las elecciones) y los partidos independentistas. La campaña de Pedro Sánchez a favor de una reforma de la Constitución también ha quedado en vía muerta. A día de hoy, la dirección del PSOE se ha quedado sin política, y vive de ocurrencias aisladas como el impuesto a la banca para pagar las pensiones. Un disparate político. Imaginemos que la banca jugara ese papel; acabarían siendo los banqueros más importantes que el propio gobierno, ya que serían los dueños del crédito y los grandes benefactores de la tercera edad. Sánchez copia a Iglesias.