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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN

Recuerdo de mi lejana minoría de edad, los titulares sobre el área central de la región que en aquellos años adquiría la denominación de ‘ocho asturiano’, con Gijón, Avilés, Oviedo, Langreo y Mieres englobados por esa denominación. Se buscaba hacer un planteamiento urbanístico global del citado territorio, resolviendo problemas de vivienda, transporte, equipamientos (sanitarios, educativos, culturales), creando zonas para el ocio, el comercio, la industria y preservando en lo posible el medio ambiente. Todo ello planteado desde la racionalidad y la economía de recursos.

Ocho asturiano, área central, ciudad astur, área metropolitana: el debate dura ya más de medio siglo, sin que se haya avanzado nada. El área central de la región conoció grandes transformaciones por impulso de los ayuntamientos y la iniciativa privada, pero ni la Diputación Provincial de entonces, ni los gobiernos autonómicos del presente movieron un dedo.

Se podrá argüir que los consorcios del agua o el tratamiento de residuos son formas de estructurar el área metropolitana, pero eso no deja de ser una forma de engañarse, porque lo sustantivo del enfoque metropolitano es el planeamiento global, con un órgano de gobierno propio.

Tabarnia

Así funcionaba en Barcelona hasta que Jordi Pujol vio que era el germen de Tabarnia y desmontó el tinglado. El ‘honorable’ interpretó como una amenaza la consolidación de un nuevo poder territorial paralelo a la Generalitat. En 1999, antes de las elecciones autonómicas, recuerdo que le preguntaron al candidato Álvarez Areces por el órgano que gestionaría el área central, y respondió con la rapidez de un rayo que no veía necesario un órgano específico, sino que era más eficaz potenciar una gran comunicación entre el Gobierno con los alcaldes, agentes económicos y sociales, etc. Los animales políticos no caen en la trampa de tolerar poderes paralelos dentro de su propio feudo.

Cincuenta años más tarde, Belén Fernández, exconsejera de Infraestructuras, diseñó un modelo de área central con absoluto hermetismo, como si se tratara de un proyecto de seguridad. El área central en versión Fernández consistía en impedir que se programara nuevo suelo urbanizable en el área central. El resto era paja. El rechazo de los ayuntamientos fue inmediato.

Un año más tarde, con Fernando Lastra al frente de la Consejería de Infraestructuras, el presidente Javier Fernández señaló como tarea prioritaria para el fin del mandato la aprobación del área metropolitana.

Lastra sabe que el área metropolitana en Asturias es un mantra del discurso político que ha quedado obsoleto con el paso del tiempo. El área central ya está equipada y comunicada a través de decisiones locales y proyectos empresariales (por ejemplo, los hipermercados o las sedes universitarias) ¿Podía haberse hecho mejor? Por supuesto, pero el vacío dejado por la indecisión de los poderes regionales lo ocuparon otros.

Desechado el ordeno y mando de Belén Fernández, a Lastra le vale el área metropolitana como recurso electoral para las primarias socialistas en las que más que probablemente se verá las caras con el candidato ‘sanchista’. Hay que mostrar una gran capacidad de negociación con los alcaldes y ofrecer la foto de familia unida.

El recelo de los ediles marca el rumbo del área metropolitana. En la primera reunión de trabajo con los regidores, Lastra tuvo que hacer dos concesiones increíbles: a las reuniones asistirán todos los grupos municipales de los concejos concernidos y en la confección de dicha área participarán ayuntamientos que nada tienen que ver con ella.

La foto

La foto de la segunda reunión muestra que la comisión de trabajo se ha convertido en una asamblea, con alcaldes, concejales y asesores. Un primer plano con doce protagonistas estelares sobre un fondo de decenas de allegados. Hemos pasado del ocho al ochocientos ochenta y ocho.

La sustancia de la reunión es la nada: «la adscripción al área central es voluntaria, cooperativa, progresiva…». Gente seria, como Ignacio García Palacios, presidente de la Federación Asturiana de Concejos, preguntó dos cosas: «¿cómo se paga esto?» Respuesta del consejero, «como digáis». El Principado pone los funcionarios, del resto de la minuta que se hagan cargo los alcaldes. Y volvió Ignacio Palacio a la carga, «¿la subvención europea para el área central será en detrimento de lo que reciban los ayuntamientos de la UE? Elocuente silencio».

Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres y paisano que se viste por los pies, se sentía impaciente ante tanta evanescencia, «al grano, al grano». Un concejal opositor pedía «concrete, consejero».

Desde la FACC se hizo una oportuna reflexión sobre la conveniencia de renunciar a un gran proyecto hasta después de las elecciones, limitándose al contenido de la movilidad en el territorio.

Y para la próxima cita, a la que presumiblemente no acudirán los primeros espadas, se quedó en que Lastra explicará los distintos modelos que hay en España de área central. Preveo que el siguiente paso será encargar un estudio a la Universidad de Oviedo.

Ante las vaguedades del Principado, el político más sincero y más votado de los que había en la mesa pidió «quitar el condón al asunto» y alguna allegada casi se desmaya.

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por JUAN NEIRA

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