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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ALTERACIONES SÍSMICAS DEL ELECTORADO

El deseo por conocer el futuro está presente en todos los ámbitos de la vida. La política no es una excepción. Cuando las legislaturas consumen el último tercio del mandato, las ganas de saber se alimentan de las encuestas electorales. En ese periodo, los sondeos sobre intención de voto sirven de referencia para dirigir la actividad de gobierno y oposición.

Los estudios demoscópicos realizados este invierno vaticinan un vuelco electoral, con Ciudadanos como partido ganador de los próximos comicios. La escalada del partido de Albert Rivera se debe a un masivo trasvase de sufragios del PP a la formación que lidera. También se registra una apreciable reconversión de voto socialista en voto ‘ciudadano’. Hasta Podemos le cede papeletas al ganador. Por bloques, el centro-derecha gana terreno, gozando de una mayoría holgada.

La razón del realineamiento del electorado está motivada por lo sucedido en Cataluña. El ‘procés’ alarmó a la opinión pública y la gente tomó nota de la respuesta de los partidos a la aventura separatista.

Decepción

Al Gobierno de Rajoy le correspondía encarnar los intereses de España y optó por no darse por enterado ante la aprobación de las leyes de desconexión con el Estado. No iba a haber referéndum, no iban a poner urnas, no iba a pasar nada. La jornada del 1O dejó completamente desarbolado al Gobierno, con el ministro del Interior más inane de la democracia.

Al Estado lo defendieron el Rey, los fiscales y los jueces. La deslocalización de las sedes sociales de las empresas hizo el resto. Del estamento político, el partido más firme en la defensa de la integridad de España fue Ciudadanos. El 21 de diciembre recogió el fruto de su política ganando las elecciones catalanas, un resultado jamás soñado. El PP quedó el último de la fila con cuatro escaños.

A ojos de la opinión pública, Ciudadanos ha pasado de ser un partido emergente a convertirse en garante de la Constitución. Así se explica el resultado de las encuestas.

Con tan negros augurios, el Gobierno de Rajoy ya ha empezado la campaña de seducir al público con generosos regalos: los menores de 35 años podrán alquilar pisos con la ayuda del Gobierno que les subvencionará la mitad del pago al arrendador. Para recibir la ayuda basta con que ganen menos de 22.365 euros, y que el alquiler no sea superior a los 900. En el mismo paquete cabe contemplar la subida de sueldos para los funcionarios que roza el 9% en tres años. O los anuncios de Íñigo de la Serna, llenando el mapa autonómico de inversiones. Por cierto, ¿para cuándo el convenio que regula el plan de vías de Gijón?

El presidente tiene que reservar parte del remanente para hacer frente a dos compromisos de gran calado: feministas y pensionistas. El voto de las mujeres y de los jubilados fue esencial para encaramarle al Gobierno, pero sus recientes movilizaciones denotan desafecto.

Izquierda

La izquierda no goza de más salud que Rajoy. Las encuestas hablan de un ligero descenso del PSOE y de una pérdida más acusada de Podemos. Para Sánchez sería su tercera derrota consecutiva, un margen de error que nunca se permitió a un líder del PSOE.

Para Pablo Iglesias también sería su tercera tentativa fallida, pero en Podemos no hay una tradición que diga cuántas veces tiene derecho a fracasar el jefe del partido. En cualquier caso, entre el maremágnum interno y la pésima imagen de Pablo Iglesias (el político peor valorado por los españoles), un retroceso electoral equivaldría a crisis de la organización.

Si se mantiene fija la foto del electorado, el PSOE y Podemos van a trabajar parlamentaria en equipo, empezando con una nueva marcha verde contra el statu quo en la Educación. Aunque compitan en las urnas, van a converger en la política diaria.

Salvo que Rajoy dé por terminada la legislatura –una hipótesis que no contemplo porque es absurdo anticipar la cita con las urnas cuando los sondeos registran hemorragia de votos–, las elecciones autonómicas y municipales constituirán el primer test electoral.

Asturias

La política está llena de paradojas. Mercedes Fernández tiene legítimo derecho a considerarse una víctima del ‘procés’. Hasta el pasado verano soñaba con ser la primera mujer presidenta del Principado, y ahora ve cómo su principal activo electoral, la actuación de Rajoy, se ha devaluado por la crisis catalana.

Para cerrar el círculo de las desdichas, Ignacio Prendes ya tiene una agenda asturiana. De estar protegido tras el perfil institucional de la Vicepresidencia del Congreso de Diputados ha pasado a moverse por Asturias como si fuera ya el candidato autonómico de Ciudadanos.

En Foro, Cascos pinchó personalmente el trampantojo de la cooficialidad y Carmen Moriyón sale indemne de las amañadas encuestas del PP. ¿Por qué no hacen un sondeo sobre las preferencia de los asturianos entre Cherines, Prendes y Moriyón para presidir el Principado?

Las encuestas electorales dan pie para especular ¿Cuánto influirá la poda del PP en Avilés sobre el resultado autonómico? ¿Y la irrelevancia del grupo municipal gijonés? Por no hablar del relevo de Caunedo, por la fuerza, en Oviedo. Seamos justos, estos desastres municipales no pueden cargarse al debe del ‘procés’.

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