Roger Torrent, presidente del Parlamento de Cataluña, ha suspendido la sesión de investidura que estaba convocada para hoy. El motivo de la suspensión es la negativa del juez Llarena a excarcelar a Jordi Sánchez , por riesgo de reiteración delictiva. Torrent convocó para esta mañana una reunión extraordinaria de la Mesa de la Cámara para dar una respuesta al Tribunal Supremo, por no haber respetado los derechos políticos que le asisten al diputado Jordi Sánchez. Es la cuarta vez en menos de tres meses que se repite la secuencia: los partidos independentistas eligen a diputados que está en la cárcel o en el extranjero, para presidir la Generalitat. Al no poder acercarse al Parlamento, la operación de la investidura no pasa de ser un simple intento.
Carles Puigdemont, Jordi Sánchez (dos veces) y Jordi Turull han pasado por ese trance. El Tribunal Constitucional fijó las condiciones que debería tener un candidato para poder ser investido y el Tribunal Supremo se negó a excarcelar a los dirigentes independentistas. Torrent, cabeza visible del bloque independentista en las instituciones, parece que no acaba de asimilar el corsé impuesto por los dos tribunales. Si da un paso más se arriesga a correr la misma suerte que Junqueras, Rovira, Romeva y compañía. Solo le quedaría el derecho a elegir entre el rol de prófugo o el de preso.
El independentismo tiene veinte días para hacer propuestas parlamentarias extravagantes que contravienen a la ley. Para el 2 de mayo tiene el Parlamento que haber investido un presidente. En caso contrario, Rajoy disolverá la Cámara, la legislatura quedará finalizada y se celebrarán elecciones en el mes de julio. No hace falta decir que el artículo 155 seguirá en vigor.
Dudo mucho que a los grupos nacionalistas les interese pasar otra vez por las urnas. Ante el electorado, ellos quedarían como los empecinados que prefirieron abortar la legislatura antes que colocar al frente de la Generalitat a un diputado sin cuentas pendientes con la Justicia. Esquerra Republicana de Catalunya, con Oriol Junqueras en la cárcel y Marta Rovira en Suiza, no puede sumarse indefinidamente a los delirios de los seguidores de Puigdemont.
La república independiente es una quimera y la recuperación de la autonomía, el único objetivo realista. Si hay elecciones en julio, las pérdidas del sector turístico catalán serán enormes. Desde el inicio del procés, el único dirigente nacionalista que habló con sensatez fue Santiago Vila.