La dirección del PP asturiano quiere reestructurar las organizaciones de las alas de la región para mejorar sus resultados electorales. Entre las circunscripción occidental y oriental hay 5 diputados del PSOE, 4 del PP y 2 de Podemos. Los populares creen que los «podemitas» están a la baja, y aspiran a dejarles sin escaños. Consideran que es más fácil aumentar el nivel de representación en las alas que en el centro de la región. Puestos a entrever el mapa de distribución de escaños que saldrá de las urnas de mayo de 2019, el aparato del PP confía en ganar tres diputados (dos en las alas) y que Ciudadanos obtenga ocho o nueve escaños, lo que daría la mayoría absoluta al centro-derecha. ¿Hay base para esos razonamientos o construyen castillos en la arena?
Me parece positivo que los dirigentes del PP piensen en términos concretos sobre lo que deben hacer para mejorar los resultados electorales. Tienen mucha tarea por delante y las líneas de trabajo no se agotan en introducir cambios organizativos o buscar caras nuevas. El PSOE, que es el partido que ha analizado de manera más sistemática los resultados electorales, siempre ha dado una gran importancia a la competencia en las alas. Algunos líderes regionales, como Antonio Trevín, han hecho gran parte de su carrera política en el Oriente, desde donde ha contribuido a que su partido ganara las elecciones. Sin embargo, la mayoría de los pesos pesados de las alas de la región alcanzaron relevancia por su actuación en la Junta General del Principado o en el Gobierno asturiano, defendiendo asuntos que no eran específicamente de esos territorios. Dicho de otra manera, la mejor manera de captar votos en el Oriente y el Occidente consiste en hacer propuestas de carácter general sobre la temática regional. Las alas, como espacio diferenciado, es un invento de los años ochenta del siglo pasado para favorecer a los grandes partidos en detrimento de los pequeños. Aprovecharon el déficit en las comunicaciones regionales para parcelar el espacio electoral. Todo muy burdo.
Soñar es libre y barato. El PP puede ganar las elecciones, claro que sí. Ya lo hizo en 1995, con Sergio Marqués, que obtuvo 21 diputados. Ahora bien, pensar que va a aumentar sensiblemente su número de escaños y que Ciudadanos va a triplicar el número de diputados es imposible. Electoralmente, esos dos partidos funcionan como vasos comunicantes: lo que gana uno lo pierde el otro. Y las encuestas dicen que Ciudadanos sube como la espuma.