El 11 de junio no tendrán que acudir los militantes socialistas a las urnas para elegir candidato a la Presidencia del Principado, porque no habrá competencia. El único aspirante a ocupar la cabeza del cartel electoral será Adrián Barbón, que quedará convertido en presidenciable con el respaldo de los avales que presente. En definitiva, las primarias no pasarán de ser un esbozo y Adrián Barbón optará al cargo por aclamación.
Ante el obstáculo de las primarias el sector crítico no ha encontrado un jinete dispuesto a saltarlo. Hubo un rehúso colectivo. Ni Guillermo Martínez ni Fernando Lastra han dado el paso. El resto de notables no procede citarlos, porque hace tiempo que se convirtieron en estatuas de sal. Martínez especulaba con la baza del voto simpatizante que podría venirle por el flanco metal (la influencia de Eduardo Donaire), pero los simpatizantes no tienen derecho a voto en estas primarias, y los afiliados están mayoritariamente con Barbón. Los hechos lo demuestran; en los últimos dos días, las asambleas de Gijón, Siero, Castrillón, Corvera, Laviana, Gozón, Llanes, Cangas de Narcea, Soto del Barco y Belmonte se posicionaron abrumadoramente a favor del dirigente ‘sanchista’.
La única alternativa real al secretario general la encarnaba el consejero de Infraestructuras, Fernando Lastra, uno de los pocos pesos pesados que quedan en la política asturiana; la mejor cabeza política del Gobierno regional, con gran diferencia. No dio el paso para evitar una derrota que sería leída, injustamente, en clave personal cuando las circunstancias son completamente desfavorables para la causa. La dirección de la FSA anticipó cuatro meses la fecha de las primarias dejando desarmado al sector crítico porque está ampliamente desmovilizado. Cuando el general no manda, la tropa abandona la disciplina y cada uno hace la guerra por su cuenta. El objetivo colectivo da paso al grito individual de sálvese el que pueda. Una parte del sector crítico tiene un pie puesto en el estribo del vagón del sector oficial, otros han decidido hibernar, y el resto se ha quedado sin argumentario. La renuncia a competir en las primarias supone poner el letrero de «se traspasa» en la persiana del sector crítico. Hasta la noche electoral no darán señales de vida. El PSOE va a tener la oportunidad de escenificar la ceremonia de la unidad. Es el único partido que sabe hacerlo, aunque esté muy dividido, porque saben que fuera de las cuatro letras la vida es muy inhóspita.