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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ALGO MENOS QUE UN TÁNDEM

Tras la proclamación de Adrián Barbón como candidato socialista a la Presidencia del Principado, Javier Fernández ha realizado una escueta declaración de carácter tautológico, pero como es el presidente la analizarán con lupa. Fernández declaró lo que todos ya sabemos: Barbón es el candidato del PSOE; reforzó el hallazgo diciendo que es el candidato de todos los socialistas (no hay ningún otro candidato, así que de tener alguno, debe ser Barbón), para concluir que es también su candidato; como Fernández tiene carné del PSOE, al ser el candidato de todos, dentro del conjunto universal está incluido su caso particular. Por último, Fernández expresó su deseo y esperanza de que Barbón se convierta en el presidente de todos los socialistas. Los electores dirán la última palabra.

Adrián Barbón fue, en su día, un confeso ‘javierista’. Al llegar Javier Fernández al poder, yo pensaba que integraría al entonces alcalde de Laviana en su equipo de gobierno. No fue así, pero no porque haya preferido a un conjunto de personas de mayor valía. En modo alguno. La capacidad política de los consejeros de los gobiernos de Fernández está muy por debajo de la que tiene el actual secretario general de la FSA. Claro está que hay honrosas excepciones, pero son eso, excepciones. Imagino que la estrecha relación entre ambos personajes se habrá perdido por algún asunto menor, como suele suceder cuando los incidentes nimios se alojan en un sitio equivocado del cerebro. Cuando el 20 de marzo de 2016, en una reunión del Comité Autonómico celebrado en Gijón, Adriana Lastra confrontó con Javier Fernández, Barbón ya estaba en las mismas posiciones que ahora: junto a Pedro Sánchez y en contra del proceder de los barones. La historia posterior está en la mente de todos.

Fernández y Barbón caminan sobre rectas divergentes; uno va camino de reintegrarse en la sociedad, como ciudadano jubilado, y el otro de ser un líder parlamentario –cuando menos- o de convertirse en presidente de gobierno. Antes de que se pierdan de vista, mutuamente, tienen pendiente la tarea de cohabitar durante un año, como jefe del Gobierno y jefe del partido que gobierna, respectivamente. Cohabitar en política no casa con indiferencia, silencio, lejanía, ignorancia. El socialismo asturiano ha dado varios ejemplos de cohabitación. No hace falta que se den abrazos forzados. Basta con que colaboren como trabajadores de una misma empresa. Pedalear junto formando un tándem sería excesivo.

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por JUAN NEIRA

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