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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CHEQUE EN BLANCO PARA SÁNCHEZ

Ana Pastor y Pedro Sánchez se han puesto de acuerdo para que la moción de censura se sustancie en el Congreso de los Diputados el jueves y el viernes de esta semana. Una tramitación exprés que se ajusta a las pretensiones del PSOE y no desagrada al Gobierno. El líder socialista puede pretextar la premura de tiempo para negarse a negociar, oficialmente, con los grupos parlamentarios, y Mariano Rajoy prefiere quitarse la amenaza de encima lo antes posible con independencia del resultado que depare la votación tras el debate. Hace un año, cuando Podemos registró la moción de censura que pretendía hacer presidente a Pablo Iglesias, tardó veinticinco días en debatirse. Un plazo tan largo no conviene ahora ni a populares ni a socialistas. En esta ocasión hay probabilidades de que salga adelante y para Rajoy sería muy duro instalarse en la provisionalidad durante un mes. En cuanto a Pedro Sánchez, no sería de recibo estar un periodo de tiempo tan largo sin sentarse a negociar con los grupos parlamentarios a los que va a solicitar su voto.

Una vez acordada la fecha del debate, Pedro Sánchez volvió a repetir que se trata de aprovechar la ocasión para poner punto final al deterioro de las instituciones, mejorar la calidad democrática y abrir un tiempo nuevo. Seguro que esa argumentación se la compran casi todos los portavoces políticos, pero la valoración es diferente cuando el derribo de Rajoy viene acompañado de la investidura de Sánchez. La crítica a Rajoy puede ser mayoritaria, pero la confianza en Sánchez suscita disparidad de opiniones. Ante el Comité Federal, el secretario general del PSOE redujo la cuestión a la conveniencia de mantener o quitar a Mariano Rajoy, como si fuese un asunto intranscendente la figura de su sucesor. No lo ven así otros grupos. Interesa conocer sus planes, empezando por la fecha en que habrá elecciones y siguiendo por su programa de gobierno. No entró en detalles ante el Comité Federal, así que habrá que esperar al debate para extraer consecuencias.

En el caso de que saliera derrotada la moción de censura, Pablo Iglesias tiene claro que Pedro Sánchez debería dimitir como secretario general y abandonar la política. Sorprendente. Hace menos de doce meses, una moción encabezada por Iglesias sólo tuvo el apoyo de diez diputados fuera de sus filas, y no dejó el escaño ni el liderazgo del partido. La diferencia está, según Iglesias, en que aquella era una moción de censura de dignidad. Mejor se da un baño en la piscina.

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por JUAN NEIRA

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