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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL EXPERIMENTO DE SÁNCHEZ

Anteayer se cumplieron veinte meses de la famosa reunión del Comité Federal del PSOE que acabó con el abandono de Pedro Sánchez de la Secretaría General del partido.

Los barones autonómicos se habían rebelado contra el líder porque pretendía hacer un congreso exprés para mantenerse al frente del partido y a partir de ahí formar una mayoría alternativa al centroderecha (PP y Ciudadanos), aliándose con Podemos y con los grupos parlamentarios nacionalistas.

Una apuesta estratégica que rompía con la tradición de pactos del PSOE en la democracia. La rebelión de los barones impidió que Pedro Sánchez llevara a cabo su experimento.

El actual presidente del Gobierno guardó la fórmula mágica para alcanzar el poder sin pasar por las urnas y la puso en funcionamiento en cuanto los jueces le brindaron una oportunidad. La pócima acabó con Rajoy y sus ministros, sin necesidad de que el Parlamento mostrara entusiasmo alguno por Pedro Sánchez.

El líder

De lo sucedido se pueden extraer algunas conclusiones. El tiempo le ha dado la razón a Pedro Sánchez; en el Congreso de los Diputados, el PSOE podía encabezar una mayoría alternativa al PP, pese a sacar cincuenta escaños menos en las urnas. Los hechos son tozudos. En otoño de 2016, la política española no se reducía a la disyuntiva de dejar gobernar a Rajoy o convocar las terceras elecciones en un año, ya que en la Cámara se podía formar una alternativa en torno al líder del PSOE.

En el debate de la moción de censura, más de una vez se refirió Pedro Sánchez a la ocasión perdida en octubre de 2016: «la actual legislatura nació herida por un gobierno que venía herido». Más tarde, añadió: «dijimos no a una prórroga (denomina prórroga a la segunda legislatura de Rajoy) que hace mucho tiempo debíamos haber cerrado en esta Cámara».

La alternativa triunfante pasa por una coalición heteróclita de fuerzas que solo tienen un punto en común: la animadversión al PP. Es una mayoría parlamentaria capacitada para funcionar como ariete, pero dotada de escasos recursos para construir.

Antes de tomar posesión del cargo Pedro Sánchez, cinco partidos que votaron a favor de la moción de censura registraron en el Senado enmiendas a la totalidad del proyecto de Presupuestos Generales del Estado.

Basta que el presidente haya optado por mantener el proyecto de cuentas, tal como había quedado aprobado en el Congreso de los Diputados por el Gobierno de Rajoy y sus socios, para que los aliados le enmienden la plana con vetos parlamentarios.

La mayoría heterodoxa (la que Rubalcaba denominó hace un año como «gobierno Frankenstein») solo se alimenta del antagonismo externo. La moción de censura funcionó porque en la mente de todos estaba sacar del palacio de La Moncloa a Rajoy.

Rivera

Una vez visto el debate parlamentario no me cabe la menor duda de que la nueva figura demoníaca que va a reemplazar a Rajoy en el imaginario colectivo de izquierdistas y nacionalistas es la de Albert Rivera.

Pablo Iglesias, que tiene el monopolio en el Parlamento de poner etiquetas, dijo de Rivera que tenía un discurso «joseantoniano», propio de un «fascista». En dos jornadas de debate, Pedro Sánchez solo tuvo palabras agrias para Rivera, culpándole del choque territorial y de tener un discurso incendiario que polariza la política.

El actual presidente del Gobierno le acusó de «vivir bien a costa de la confrontación institucional». Como remate le anticipó que «enfrente va a tener al PSOE».

Ni una advertencia para Puigdemont, Quim Torra u Otegi; la verdadera amenaza para la convivencia de los españoles se llama Albert Rivera. Todo un cambio de coordenadas en el Parlamento español.

Del previsible juego de fuerzas en el seno de la nueva mayoría parlamentaria se pueden adivinar dos cosas: el argumento de la legislatura y la duración de la misma.

Agenda

De los siete partidos que mancomunaron esfuerzos para derribar a Rajoy, todos menos el PSOE están a favor del llamado derecho a decidir. Cuatro de ellos son independentistas –dos catalanes y dos vascos–, y necesitan aprovechar este corto mandato para encontrar una solución positiva para sus intereses, ya que disponen del escenario más favorable desde la Transición. El primer tema en la agenda política será la cuestión catalana.

Mientras los independentistas solo querrán «hablar de su libro», la autodeterminación catalana y el nuevo estatuto confederal del País Vasco, los dos principales partidos de la mayoría parlamentaria, PSOE y Podemos, dedicarán todos sus esfuerzos a llegar en las mejores condiciones posibles a la convocatoria electoral.

Pablo Iglesias va a decidir la duración de la legislatura. Si retira su apoyo cae el Gobierno. Mi apuesta es que va a combinar el palo y la zanahoria, y cuando el Gobierno esté suficientemente desgastado forzará la llamada a las urnas. Entre la lista de defectos de Iglesias no se encuentran la ingenuidad y el altruismo.

Recordemos finalmente que si llegamos a esta situación tan extraña es porque Pedro Sánchez quería hacer el original experimento de alcanzar el poder, por métodos democráticos, sin ganar las elecciones.

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por JUAN NEIRA

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