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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA GANGA DE LAS RENOVABLES

La ministra para la Transición Ecológica tiene las cosas claras. No necesita ponerse al día porque su mente ya está instalada en un mundo descarbonizado. Vive en 2018, pero gobierna para la España de 2050. Si le hablan de energía se concentra en el recorte de emisiones de CO2 y el resto de incógnitas del modelo energético no le afectan.

Para Teresa Ribera el carbón no tiene futuro. Las centrales de carbón y las nucleares deben cerrar. Cuanto antes lo hagan, mejor. A las térmicas les deja siete años de vida, como mucho, cuando los gobiernos europeos más ecologistas no se comprometen a cerrarlas hasta 2030; otros, como el alemán, callan como muertos. La ministra cuando habla no deja un resquicio para la duda, tal parece que lo hace basada en creencias o mitos.

Con una creyente se ha topado Asturias. Javier Fernández va a tener que discutir con una ministra que reduce todo el problema del mix energético al descenso de emisiones de gases de efecto invernadero.

Para tener una discusión provechosa hay que interrogarse por el coste que provocará la transición al modelo unidimensional de energía renovable. Es importante plantearse qué garantía habrá de suministro eléctrico, estando en una región que consume tanta energía, y por el precio de la electricidad que se pagará en hogares e industrias con la eclosión de la energía renovable.

Álvaro Nadal, último ministro de energía del PP, aseguraba que el cierre de las térmicas asturianas y españolas incrementaba la factura de la luz. Teresa Ribera lo niega y asegura que «las renovables –eólica y fotovoltaica en particular– baten en costes a los sistemas convencionales de generación». Una revelación extraordinaria, casi una visión sobrenatural. Veamos.

Primas

A las energías renovables, a diferencia de las convencionales (carbón, nuclear, fuel, hidráulica de grandes dimensiones) se les asignó una prima para favorecer su introducción en el mercado. La empresa que entraba en ese campo sabía que tenía una subvención por generar electricidad renovable. Desde 1998 hasta hoy, las energías renovables han recibido 90.000 millones de euros en concepto de primas (a ver si dice algo la buena gente de Podemos, que tanto se quejan del dinero asignado para rescatar la banca).

Dentro del desmadre de la energía financiada con dinero de todos, las placas solares fotovoltaicas se llevaron la palma. En 2004 no había paneles en España y seis años más tarde éramos los líderes. Por el medio hubo algún ejercicio en que más de la mitad de los paneles fotovoltaicos que se fabricaron en el mundo se instalaron en España.

Una especie de nueva fiebre del oro recorrió nuestro país gracias a la prima que tenían asignadas las placas solares: 301 euros megavatio-hora. Más de 50.000 familias invirtieron en huertos solares. Se ganaba tanto dinero, que los hubo que generaron energía solar por la noche… Fruto de ese desmadre, el recibo de la luz se encareció en un 55% entre 2007 y 2017.

Si se quitan los impuestos somos el país de la UE con la electricidad más cara: 0,2 céntimos el kilovatio, el doble que Francia, por ejemplo, y mucho más que Alemania, Italia, Inglaterra o Portugal.

De la fiebre por la energía solar cabe rescatar la barbaridad realizada entre Zapatero y su ministro, Miguel Sebastián. Se habían marcado como objetivo instalar 500 megavatios termosolares.

Desmadre

Fijada la suculenta prima, rápidamente acudieron mil moscas a la rica miel. Las empresas eléctricas avisaron de la burbuja al Ejecutivo, pero el Gobierno del talante tiró de largo pensando en el crecimiento exponencial que le aguardaba a la economía española.

Cuando quisieron parar ya había instalados 2.400 megavatios. Resultado final, solo en primas hay que pagar 2.000 millones de euros cada ejercicio durante 25 años. Con una sencilla multiplicación se comprueba que la factura se eleva a 50.000 millones de euros. Más del doble que el agujero de Bankia.

Una cantidad fabulosa a cambio de 2.400 megavatios (la potencia total de energía instalada en España supera los 100.000 megavatios). Y, encima, si un día resultaran absolutamente necesarios, a lo mejor el cielo está nublado y no pasan de ser un cacharro inservible en el campo.

Esta operación originó miles de cometarios en el sector eléctrico. Nos podría ilustrar sobre ello Hugo Morán, porque tengo entendido que estuvo en la reunión de cuatro personas (Zapatero y Sebastián también estuvieron presentes) donde se decidió dejar expandir la oferta termosolar alimentada con una suculenta prima.

Ignoro lo que piensa Teresa Ribera de todo esto, aunque ya ha anticipado que va a suprimir el llamado ‘impuesto al Sol’. Sospecho que lamenta mucho más el parón que aplicó Rajoy a las renovables, que la burbuja alimentada por Zapatero.

A día de hoy, la hipoteca de las renovables gravita sobre la economía española. Y lo seguirá haciendo por muchos años. Se pueden hacer mejor las cosas en el futuro, claro que sí; ahora la tecnología es mucho más eficiente, pero ntes de ver la paja en el ojo del carbón, conviene reparar en la viga de las renovables.

Si uno mira hacia atrás, concluirá que todos los tremendos errores cometidos con el modelo energético en los últimos veinte años provinieron de una heterogénea suma de prejuicios e intereses creados. Dos décadas de transición hacia la nada.

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por JUAN NEIRA

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