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Juan Neira

LARGO DE CAFE

IU, EN EL OJO DEL HURACÁN

La atención política en España está puesta en dos asuntos, el congreso del PP y las declaraciones y decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez.

Ambas cuestiones resultan polémicas. En el partido del centroderecha el número de inscritos para participar en la elección del sucesor de Mariano Rajoy es marginal: 66.384, el 7,6% del total de afiliados al partido (869.535), lo que demuestra que se ha estado ocultando a los españoles la realidad orgánica del PP.

En esta materia hay una gran asimetría con el PSOE, ya que de los 187.849 afiliados socialistas que había hace un año, cuando se celebraron las primarias que ganó Pedro Sánchez, el 80,3% de ellos participó en la votación. Por la vía del censo el Partido Socialista no genera sorpresas, pero no se puede decir lo mismo con la orientación del Gobierno socialista.

La política de gestos (feminización del Gobierno, Aquarius, ecologismo radical, culto a la personalidad del líder) no es un asunto de peso, pero no cabe decir lo mismo del esbozo de concesiones a los nacionalistas que van desde el acercamiento de presos a la ruptura de la caja única de la Seguridad Social, por no hablar de la apuesta por el diálogo bilateral para mejorar la financiación de las comunidades autónomas, algo que puede perjudicar seriamente a Asturias.

Necesitamos algo más de tiempo para saber cómo va a ser el nuevo PP y para juzgar la política territorial del Gobierno socialista, aunque en ambas cuestiones los primeros indicios no son alentadores.

Referendums

Con una dimensión menor como partido, hay otra fuerza política que se encuentran en horas críticas y que puede resultar determinante para la correlación de fuerzas que cristalice en la Junta General del Principado tras los comicios autonómicos de 2019. Estoy hablando de IU.

En el pasado mes de junio los militantes de IU de Asturias fueron convocados a dos referéndums con diez días de separación. No recuerdo ningún partido que haya llamado dos veces a las urnas a sus afiliados en tan breve lapso de tiempo. Ahora bien, lo que ya es para nota es que las dos consultas versaran sobre el mismo asunto: la confluencia con Podemos en una misma lista electoral.

Para acabar de rizar el rizo digamos que en la primera convocatoria ganó la opción de integrar las dos fuerzas en la misma candidatura, con un 66% de votos favorables, mientras que en la segunda consulta el 86% de los que se acercaron a las urnas dijo ‘no’ al partido morado.

Para encontrar alguna explicación hay que añadir que en la primera consulta participó el 31,2% de los afiliados y en la segunda lo hizo el 54%. Además, un sector de los que fueron a votar el 18 de junio lanzó la consigna de abstenerse el día 28.

Conclusiones

Tres conclusiones. La IU asturiana que todos conocemos comparecerá en las elecciones autonómicas con lista propia. El voto masivo (86%) para no mezclarse con Podemos es, sobre todo, un triunfo de Gaspar Llamazares, el dirigente asturiano más reacio a la entente con el partido de Pablo Iglesias. La dirección federal, encabezada por Alberto Garzón, no va a quedar cruzada de brazos ante la bofetada recibida por la federación asturiana de IU.

Si Llamazares no quiere saber nada de Podemos, Garzón no sabe hacer nada sin Podemos. La convivencia de los dos líderes bajo las mismas siglas se torna complicada.

El equipo de Garzón se ha fijado en la atípica forma que tiene Gaspar Llamazares de militar en IU, compartiendo esa dedicación con el impulso de un nuevo partido, Actúa.

Puestos en la peor de las hipótesis esa doble militancia podría acarrearle la expulsión. Garzón dará o no ese paso en función de lo fuerte que se sienta para soportar una crisis profunda en la organización asturiana, la segunda más poderosa de España tras Andalucía.

Por razones de espacio no quiero entrar a analizar la singular estructura organizativa de IU, que es un marasmo desde su nacimiento, donde se dan cita partidos, movimientos, colectivos, personalidades y un largo etcétera. Durante veinte años, por debajo de tanto colorido estaba el poder de hierro del PCE. Ahora ya no hay un eje vertebrador.

Existe la posibilidad de que la batalla en IU pueda llevar a que la militancia asturiana se divida en dos opciones: unos irían coaligados a las urnas con Podemos y Equo, y los otros batallarían por su cuenta. Con la división saldrían todos perdiendo.

Además de las diferencias organizativas, tras las opciones de Garzón y Llamazares hay dos políticas de alianzas diferenciadas, una orientada a crear un amplio bloque radical que desborde al PSOE (Garzón) y la otra dirigida a pactar con el PSOE (Llamazares).

Gijón

Llamazares dice que propugna una «estrategia constructiva de mayoría de izquierdas», pero oculta que esa mayoría parte de tener al PSOE como socio preferente.

El intento de presentar una moción de censura en el Ayuntamiento de Gijón es un ejemplo muy ilustrativo. Aurelio Martín (IU), su promotor, maniobra para hacer alcalde al portavoz socialista. Ni acepta ser investido como alcalde ni quiere apoyar a nadie de Xixón Sí Puede para que lo sea.

Qué contradictorio es luchar por la soberanía política de IU para convertirse, luego, en un afluente del PSOE.

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por JUAN NEIRA

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