Soraya Sáenz de Santamaría recoge el guante lanzado por Pablo Casado y acepta un debate televisado entre los dos sobre la política que llevarían a cabo si fuesen elegidos presidentes del PP. La exvicepresidenta del Gobierno insiste, no obstante, en la necesidad de llegar a un acuerdo para presentar una lista conjunta ante los compromisarios del congreso del partido.
Los candidatos a las primarias se presentaron ante los afiliados del PP como portadores de fórmulas mágicas que nada tienen que ver con lo que debe hacer un líder que se pone al frente de un partido. Dolores de Cospedal afirmaba que ella ofrecía, «victoria, victoria y victoria», cuando hace tres años fue desalojada del Gobierno de Castilla-La Mancha. Santamaría prometía provocar unos dolores de cabeza espantosos al presidente Sánchez que no podría solucionar ni echando mano de un popular analgésico que está en todas las farmacias y en la mayoría de los hogares. Por su parte, Pablo Casado se presentaba como el candidato de la unidad, asegurando que todo el mundo cabía en su candidatura. Los tres echaban mano de la propaganda para evitar, de esa menara, tener que decirle a los militantes lo que iban a hacer al llegar al cargo. A once días del inicio del congreso, no pueden Santamaría y Casado mantener la indefinición y deben exponer sus programas sometiendo sus propuestas a la crítica del oponente. Para ello nada mejor que un debate televisado entre ambos para que los compromisarios puedan elegir con fundamento.
Tras conocer los resultados de las primarias, Santamaría ha dicho que otorgar el poder a la lista más votada «está en el ADN del PP». Casado tomó la referencia cromosómica para decir que en el «ADN del PP está no negociar con los independentistas y bajar los impuestos». Con esos dos juicios debe empezar el debate. Santamaría puede levantar la bandera de la voluntad de los afiliados al partido, expresada en las primarias, para decir que una suma de notables (compromisarios) elegida por las bases del PP carece de autoridad para enmendar la plana a los militantes del partido. ¿Pueden elegir un presidente los miembros del PP y ser, luego, rechazado por los asistentes al congreso? Por su parte, Casado plantea dos asuntos del máximo interés que suponen una crítica sustancial a la actuación de Santamaría como vicepresidenta del Ejecutivo de Rajoy: en el desastre del referéndum del 1-O tuvieron mucho que ver las órdenes de la ‘vice’ y la bajada de impuestos no pasó de ser un slogan.