LOS CONCEPTOS DE LA ‘VICE’
Pablo Casado insiste en la idea de que la presidencia del PP debe ganarse por los méritos de los candidatos, no por la condición de su sexo. Para el vicesecretario de comunicación del partido liberal-conservador, el hecho de ser mujer no debe suponer un plus para liderar el partido. Esforzarse por defender que el voto de los compromisarios al congreso debe basarse en los discursos, las críticas o las estrategias que propugnan o realizan los candidatos, con independencia de que vengan formulados por una mujer o un hombre, resultaría exótico hace quince o veinte años, pero en la actualidad me temo que no sea así. El prejuicio de creer que el sexo determina la valía de la persona es tan irracional como estúpido. Si Casado remarca lo que es obvio será que tiene alguna sospecha de verse perjudicado por algo que no debería formar parte de la valoración que hagan los miembros del congreso.
Soraya Sáenz de Santamaría sigue con el estilo agresivo que utiliza para captar voluntades según se acerca la fecha del congreso. Primero fue imputar a Casado y a su equipo, sin aportar pruebas, la autoría del vídeo que la ridiculizaba. Luego vino el rechazo a debatir con su oponente, argumentando que de llevarse a cabo haría mucho «daño a Casado y al PP». Hay que estar muy sobrado y ser muy despreciativo para hablar de esa manera.
Por último, se ha descolgado con una manifestación en la que critica a Casado por «encabezar una coalición de perdedores». No demuestra la vicepresidenta mucha originalidad al pronunciar esa frase, ya que fue la consigna utilizada por el PP para descalificar el intento de Pedro Sánchez de derribar a Rajoy aliado a izquierdistas (Unidos Podemos) e independentistas (PDeCAT, ERC, Bildu).
Constatada la falta de imaginación de Sáenz de Santamaría, vamos con lo fundamental que no es otro asunto que el error político de bulto que comete al hablar de coalición de perdedores en el congreso del PP. La moción de censura de Sánchez se pactó entre líderes políticos y fue ejecutada por una parte de la élite política del país (diputados nacionales), mientras que en el congreso del PP la decisión recae en más de 3.000 compromisarios que no saben de alianzas ganadoras ni perdedoras. En los sistemas electorales de doble vuelta, cuando un candidato derrotado pide el voto para otro, nunca se habla de coaliciones de perdedores porque la decisión corresponde a los electores. Los contubernios y las alianzas espurias son manejos censurables de élites.