Se cumple un año del último Congreso de la FSA en el que se produjo un cambio rotundo al salir derrotados los ‘javieristas’ o ‘susanistas’, siendo reemplazados por los ‘sanchistas’ que habían ganado previamente las primarias estatales, con la conversión de Pedro Sánchez en secretario general del PSOE, y, posteriormente, las primarias regionales que dieron a Adrián Barbón el mando del partido en Asturias. El tránsito de Javier Fernández, como líder de la FSA durante 17 años, a Adrián Barbón, fue algo más que un cambio de personas o la concreción de un relevo generacional, ya que constituyó la ruptura con la línea política que los ‘sanchistas’ habían denostado. El hecho de que Javier Fernández hubiera presidido la comisión gestora del PSOE y desde ella se hubieran abierto las puertas a la investidura de Mariano Rajoy marcó la división de las organizaciones del partido en dos bandos irreconciliables. El Congreso de la FSA no dio paso a complejas negociaciones para formar una dirección representativa de todo el partido, sino que se votó directamente en las urnas y los ‘sanchistas’ se alzaron con el poder en la FSA. Un poder que cuenta con un amplio apoyo de las agrupaciones municipales.
Tras el congreso, no se entró en la clásica dinámica socialista asturiana, con un sector mayoritario y una o varias minorías. No se reeditó la dialéctica de ‘villistas’, renovadores y tercera vía de los años noventa del pasado siglo. El sector que pasó a la oposición (‘javieristas’) se diluyó como un terrón de azúcar en el café. Nadie intentó liderarlo y dejaron de transmitirse consignas. El grupo parlamentario, bastión de los antiguos oficialistas, empezó a ser más flexible y a aceptar la autoridad de la dirección salida del congreso. Algunos consejeros asistieron a actos del partido. La última vez que Pedro Sánchez vino a Asturias se organizó un acto público en el campo San Francisco de Oviedo al que asistieron pesos pesados del PSOE muy ligados a Javier Fernández, como Álvarez Areces o Antonio Trevín. El curso político no se detiene y la generalidad de la militancia socialista acepta lo que sancionan los congresos.
Hay un asunto que se escapa a la normalización de las relaciones: la comunicación entre el presidente del Principado y el secretario general de la FSA, que ha sido prácticamente inexistente en el último año. Adrián Barbón ha evitado el conflicto desde el primer momento. Cuando los problemas tienen fecha de caducidad, dejan de ser problemas.