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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL DISPARATE NACIONAL

En el tablero de la política nacional las piezas ocupan unas casillas absurdas. Se mire hacia donde se mire la situación es disparatada. El Gobierno ha decidido recurrir ante el Tribunal Constitucional la decisión del Parlamento de Cataluña de reprobar a Felipe VI y pedir la abolición de la Monarquía. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha afirmado que el recurso legal «no tiene ningún sentido desde el punto de vista jurídico, pero sí tiene que tener una respuesta política» ¿Si carece de sustancia jurídica para que se apela a un tribunal? ¿Si merece una respuesta política, no era más adecuado que la instrumentara el propio Gobierno que está para hacer política, mientras no se demuestre lo contrario? No sé quién le ha metido el gol a Pedro Sánchez recomendándole a Calvo para ejercer de número dos del Gobierno. Esta señora está a años luz de las anteriores vicepresidentas, Sáenz de Santamaría y Fernández de la Vega.

Pablo Casado tampoco ha tenido un día de gloria. Hoy se verá en Bruselas con los dirigentes del PP europeo, un partido, grupo o club que reúne a la gran mayoría de los líderes conservadores de la Unión Europea. En la víspera declaró que la Comisión Europea debe mostrar el mismo nivel de exigencia con los presupuestos socialistas del que tuvo con los presupuestos de Rajoy. Por si no se le hubiera entendido bien, está decidido a advertir a sus colegas de que España puede convertirse en un problema como Italia, porque el Gobierno es un desastre. Los problemas, las críticas, las reprobaciones se hacen en las instituciones españolas y ante la opinión pública del país. Cuando se opina del propio Gobierno en el extranjero hay que tener mucho tacto, máxime cuando las declaraciones versan sobre los Presupuestos Generales del Estado, que como su nombre indica constituyen una cuestión de Estado. Si el Gobierno se comporta democráticamente y respeta las leyes, aunque tome muchas decisiones equivocadas, no es de recibo hacerle oposición desde fuera de nuestras fronteras, hasta el punto de predisponer a otros gobiernos contra él. Es un disparate del que no van a sacar ningún beneficio Pablo Casado ni el Partido Popular.

Gobierno y oposición deberían estar interesados en mostrar a los españoles que los presupuestos se validan o rechazan en las instituciones españolas, no en otras instancias. Es un acto de soberanía irrenunciable. Es muy triste comprobar que unos y otros convierten al comisario Moscovici en juez supremo.

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por JUAN NEIRA

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