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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA DIGESTIÓN DEL DEBATE

A fuerza de repetir el debate sobre el estado de la región, otoño tras otoño, se ha configurado ya una agenda de temas cerrada, mientras otros asuntos igual de relevantes son ignorados.

Es obligatorio hablar de servicios públicos, impuestos, empleo o financiación autonómica, pero hay que ocultar, o apenas nombrar, a la deuda pública, el tamaño de la Administración o la inversión productiva.

Javier Fernández se refirió a la deuda asturiana como si el Principado mereciera una medalla por tener una deuda que ronda los 4.200 millones de euros. Los portavoces de la oposición no consideran importante constatar que las amortizaciones e intereses constituyen el tercer capítulo de gasto.

Deudas

En el Parlamento nadie dice que la deuda crece como una bola de nieve por culpa de tener una Administración sobredimensionada, en la que los burócratas ganan por goleada a los empleados productivos. Todos queremos tener más médicos, enfermeros, profesores, investigadores, maestros, pero se puede reducir el número de chiringuitos. Tampoco se discute sobre la casi inexistente inversión productiva, generadora de valor y empleo. El enorme gasto corriente de la Administración ahoga la inversión pública. La secuencia viciosa pasar por aquí: se aumenta el tamaño de la Administración, para pagarla se recurre al crédito, y entre los intereses y amortizaciones de la deuda y el gasto de la Administración en sueldos no queda dinero para reparar las carreteras.

Cada vez hay menos gente ocupada en Asturias y cada vez hay que destinar más recursos para financiar a la Administración, de ahí que el Principado de una vuelta de tuerca a la presión fiscal hasta situarla a la cabeza de España. El debate sobre el Estado de la Región no abarca estas materias.

Escuela rural

En las cuestiones sobre las que se debate en el Parlamento hay también un formato establecido. En educación se discute del maltrato a la concertada o de la enseñanza del asturiano.

Bueno, en esta ocasión, se le ocurrió a Mercedes Fernández poner el acento en las escuelas rurales, que es precisamente una de las fortalezas de la educación pública asturiana. El coste por alumno en una escuela rural, solo en personal, es de 27.000 euros por curso. Gastamos en un niño de cinco años, el equivalente a la matrícula de tres alumnos en la Universidad de Cambridge.

Sin embargo, nadie dice nada del fin de la curva de aprendizaje. La educación está estancada, y como otros se mueven, resulta que en términos relativos retrocedemos. La comparación de los resultados del informe Pisa, en 2012 y 2015, es reveladora.

La enseñanza del País Vasco llevó un varapalo en Pisa 2015, y el lendakari manifestó, al día siguiente, que iban a revisarla para detectar donde estaban los fallos.

Aquí hay un consenso, del que participan los sindicatos, que consiste en otorgar la excelencia a la educación, y mientras no se salga de la zona confort no hay margen para la crítica ni para la autocrítica.

En la sanidad se acepta el ‘statu quo’. En caso contrario no se entiende cómo no sale alguien a la tribuna para decir que las listas de espera se solucionan como lo hace cualquier empresa cuando le desbordan las demandas de los clientes: con horas extra de los trabajadores, debidamente pagadas.

Y derivando actuaciones a clínicas concertadas para que no se produzca la vergüenza de aplazar una revisión de glaucoma de un paciente durante 28 meses, como informaba ayer EL COMERCIO.

El declive demográfico se abordó en el debate con las limitaciones acostumbradas, como si el problema del envejecimiento y pérdida de la población se solucionara poniendo a andar el plan demográfico del Principado. No se quiere reconocer la verdad.

Hay que dar ayudas económicas a las parejas por hijo. Cuando Zapatero aportó 2.500 euros por nacimiento subió la natalidad en Asturias. Fue la única vez que se invirtió la tendencia en el siglo XXI. Repitamos la regla general: los agentes responden a los estímulos.

Personal

Quedan otros tantos temas por tratar, pero vamos con el elemento subjetivo: el personal. Javier Fernández está con un pie fuera, así que el debate lo interpretó con tono profesoral. Llevó muy bien ensayadas las improvisaciones: la cita de Aristóteles para zaherir a Leal o la falsa amenaza a Cherines con la hemeroteca. En su etapa final evoca el estilo escénico de Ortega y Gasset (el sombrero en el busto de Franco).

Cherines sigue fiel a su estilo de utilizar la brocha gorda en estos debates, quizás pensando en captar la atención de los televidentes. Es un arma de doble filo, pero es cierto que cuando las encuestas no acompañan hay que arriesgar.

Podemos está tocado por las bajas imprevistas. Pasó de ser el grupo enrollado del Parlamento a precisar de terapia. El último día salió Daniel Ripa a la tribuna para recuperar el discurso de los grandes días. Chicos, no son buenos tiempos para hacer de Peter Pan. Y un consejo: en mitad de la corriente no se cambia de caballos.

IU tiene con Gaspar Llamazares el flanco institucional cubierto. Veremos lo que ocurre en las urnas. Foro porta un discurso sólido, bien argumentado, pero debe eliminar los excesos. Javier Fernández ya no es su rival.

Ciudadanos sólo está a la espera de presentar su cartel electoral. Doy pistas: hombre y con la sonrisa injertada en el rostro.

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por JUAN NEIRA

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