El acto organizado por Ciudadanos en Alsasua apenas tiene precedentes en la reciente historia política española. El partido de Albert Rivera homenajeó a la Guardia Civil a tan solo unos metros del bar en que casi fueron linchados dos agentes y sus parejas, cuando estaban disfrutando de su tiempo de ocio, como cualquier ciudadano. Una vez juzgados los hechos, siete nacionalistas radicales ingresaron en prisión por su participación en la agresión colectiva. Al acto acudieron personalidades destacadas del PP, como Ana Beltrán, presidenta de la organización navarra, e Ignacio Cosido, portavoz del PP en el Senado.
También se acercaron a Alsasua los dos principales líderes de Vox, Abascal y Ortega. En Navarra hay una división política profunda que no se da en ninguna otra región. La Navarra septentrional está dominada por las ideas del nacionalismo radical vasco; pretenden la integración en el País Vasco y trabajan a diario por la implantación del euskera en la sociedad. La Navarra meridional defiende la identidad genuina de la región y se identifica con el sistema constitucional español.
Alsasua responde al estereotipo de cualquier villa del norte de Navarra. El clima social es muy semejante al de los pueblos de la vecina Guipúzcoa; en el Ayuntamiento hay mayoría abrumadora de radicales. De trece concejales, solo cuatro corresponden a los partidos constitucionalistas. En ese ambiente la vida y el trabajo de los guardias civiles no resultan sencillos. Ningún partido parlamentario había tenido hasta ahora la idea de organizar un acto en apoyo de la Guardia Civil en territorio abertzale. Es la primera vez que al acto público de un partido se suman dirigentes de otras formaciones políticas. A la famosa unidad que todos predican, y nunca se da, le acaba de brotar una excepción.
Los radicales han respondido con máxima hostilidad para impedir el acto, pero la Policía foral y la Guardia Civil garantizaron el orden. Un mecanismo para mantener la hegemonía del nacionalismo radical consiste en impedir que los demócratas puedan sacar la cabeza. A partir de una presión ambiental asfixiante las victorias electorales caen en sus manos como fruta madura.
Ander Gil, portavoz del PSOE en el Senado, criticó a Ciudadanos por «ir a agitar el odio a Alsasua». Qué morro. Este señor está más preocupado por mantener la frágil y heteróclita mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno de Pedro Sánchez que por defender la Constitución.