Los aparatos de los partidos abandonan la fase silente de controlar la actuación de los cargos institucionales y los chismes de los afiliados para acometer una tarea tan importante como delicada: la confección de las listas electorales. Para los comicios europeos, IU va a formar candidatura con Podemos y Equo, siguiendo la hoja de ruta de Alberto Garzón que se ha convertido en compañero de viaje de Pablo Iglesias.
La cúpula de IU no ha negociado con las organizaciones regionales el nombre de los militantes que formarán parte de la candidatura. Alberto Garzón ha preferido recurrir al sistema de la dedocracia para escoger a los representantes de IU en la lista. Tanto hablar de primarias y de actuar con transparencia, y en cuanto tienen ocasión recurren a los viejos métodos de la clandestinidad comunista: a los cargos se llega por cooptación. La sede asturiana de IU solo ha recibido una llamada preguntándoles si querían proponer algún nombre. Unos días más tarde se han encontrado con una serie de desconocidos elevados a la categoría de precandidatos, paso previo hasta acordar la candidatura definitiva con Podemos y Equo. No hay ningún asturiano en puestos con probabilidades de obtener escaño. Como todo se contagia, al parecer hay algún precandidato-a que está en un puesto destacado, y que tiene como mérito constatado el hecho de ser pareja de un alto burócrata del aparato de IU. Admirar el estilo de Pablo Iglesias trae estas desdichadas consecuencias.
IU tiene nueve diputados autonómicos, cinco de ellos en la Junta General del Principado. Dentro de IU, la organización asturiana y la andaluza son las dos más importantes. Pues bien, pese al éxito electoral y la fuerza de la militancia, Garzón y su equipo no han encontrado argumentos suficientes para que algún militante asturiano sea merecedor de escaño. Se cumple una vez más la constante del sectarismo partidario: se prioriza a los fieles al líder sobre los intereses electorales del grupo. La desconfianza y el recelo de Alberto Garzón hacia la IU asturiana quedan una vez más confirmados. Si quiere mantener la autonomía de su organización, los dirigentes asturianos deben estar muy atentos y realizar un trabajo modélico hasta las elecciones autonómicas. Solo un buen resultado en las urnas podrá evitar que el modelo populista de Garzón se acabe imponiendo en Asturias. En ningún sitio está escrito que el capital político de IU deba convertirse en afluente del río ‘podemita’.