En la segunda jornada de su viaje a Asturias, al ministro de Fomento le tocaba torear en Gijón. Nada más llegar, José Luis Ábalos fue directo a pisar el empedrado de la plaza Mayor. Megáfono en mano citó a la plataforma vecinal. Con dos pases se ganó el favor de la plaza: «Estoy dispuesto a asumir la insatisfacción general», «se mantienen todos los compromisos existentes del plan de vías». El máximo dirigente vecinal, Adrián Arias, le regaló un souvenir, y con la afición entusiasmada, entró Ábalos en el Consistorio para seducir a los representantes institucionales.

Al finalizar la mañana, hacían el mismo resumen de la jornada Lastra que Moriyón, el gobierno (Couto) que la oposición (Pérez). En las dos jornadas de trabajo las caras de los representantes institucionales asturianos (Principado, Ayuntamiento de Oviedo y Ayuntamiento de Gijón) eran de asentimiento cuando el ministro hacía ante los medios un resumen de lo hablado. En un gobierno con muy poca chicha política, como es el de Pedro Sánchez, el ministro de Fomento es un peso pesado ¿Imagina alguien a la ministra de la Transición Ecológica con el megáfono en mano hablando con gran soltura ante un colectivo de agraviados? Sobre el plan de vías, Ábalos acepta el programa de actuaciones comprometido por su antecesor, De la Serna. Con dos matizaciones: la cuantía de las inversiones se actualizará según los datos que arroje el estudio informativo; el mismo estudio tiene que valorar las distintas ubicaciones para la estación intermodal, explicitando sus costes, para que la autoridad competente decida con mayor conocimiento de causa.