En la Junta General del Principado se debaten y votan las enmiendas al proyecto de presupuestos de 2019. En primer lugar, las enmiendas a la totalidad; en el caso de que las tres presentadas sean derrotadas en la Cámara, Asturias contará con nuevos presupuestos, aunque habrá que esperar al debate y votación de las 340 enmiendas parciales para conocer las cifras concretas de las partidas. Los tres grupos del centroderecha, PP, Foro y Ciudadanos, registraron las enmiendas a la globalidad de las cuentas, mientras que los seis grupos parlamentarios, izquierdas y derechas, salpicaron el proyecto de propuestas que en el caso de que fueran todas aprobadas quedaría desfigurado el texto. Esto último no va a ocurrir, ya que las cuentas son fruto del acuerdo entre PSOE, Podemos e IU, con mayoría absoluta en la Cámara. En definitiva, lo negociado de forma privada no se va a deshacer en público. Las enmiendas de la izquierda ya están previstas y responden a las negociaciones del Gobierno socialista con Podemos e IU. El plenario va a escenificar lo que ya han contado los medios de comunicación. Más que una viva sesión parlamentaria se va a oficiar un rito que tiene la virtualidad de completar el trámite parlamentario. El lápiz de memoria que sostenían, a cuatro manos, Dolores Carcedo y Pedro Sanjurjo al registrar el proyecto en el Parlamento, se va a convertir en ley cuando el marcador electrónico recoja la goleada que va a endosar la izquierda a la derecha.
A diferencia de anteriores ocasiones, no será un día de dicha. Hay más inercia que encanto en la ceremonia de las cuentas. Los presupuestos solo solucionan la soledad política que sufrió el Gobierno de Javier Fernández en este mandato. Los problemas de Asturias siguen todos presentes; el presupuesto está confeccionado para atender las necesidades creadas por una Administración más grande e ineficaz que en el pasado, que primero asigna dinero a los servicios públicos, luego amplía los recursos para los que trabajan en esos servicios y, por último, el sobrante, se reparte entre investigación y desarrollo, carreteras, etcétera. Así, con esa claridad, me lo explicó el otro día un líder parlamentario.
La inversión productiva forma parte de ese sobrante que cada vez se sirve en un plato más pequeño porque la Administración precisa, año tras año, de cantidades más grandes de recursos para saciarse. La propaganda oficial habla de abundancia de bienes, pero oculta que solo somos ricos en deudas.