Gaspar Llamazares ha abandonado los cargos que ocupaba en la dirección federal de IU. Su decisión es la respuesta a la cúpula de IU que primero lo llamó «tránsfuga» y después –según afirma– filtró las grabaciones de una reunión en la que hablaba de su posible participación en una candidatura (‘Actúa’) que competiría en los comicios europeos con IU.
En una entrevista publicada ayer en EL COMERCIO, el número dos de IU a escala federal, Ismael González, explicaba los pasos que va a dar el aparato para solucionar el problema. Lo primero que van a hacer es enviar una carta a Llamazares y a sus seguidores para que digan si están en el proyecto de ‘Actúa’ o en el de IU. El 13 de enero habrá una reunión en la cúpula de IU, donde Ismael González llevará redactado un informe sobre la cuestión. En definitiva, un burócrata del aparato aspira resolver un conflicto político con la herramienta del expediente administrativo. El acusado debe confirmar su pecado y el sanedrín de IU dictará sentencia. No aclara Ismael González si será en esa reunión o en otra posterior donde se tomará la decisión final sobre el hereje. En la entrevista no hay un gramo de análisis político, como suele ocurrir con la gente que reduce la actividad política al cumplimiento de los reglamentos. Lo que trasluce en sus respuestas es que desea que Llamazares dimita, desparezca, se dedique a otra cosa, para que su jefe, Alberto Garzón, pueda liderar la formación política sin la molesta compañía de voces críticas.
Estamos en presencia de un conflicto interesado. El verdadero cambio operado en IU, que va contra los intereses de esta fuerza política, es la conversión de un partido autónomo y soberano en afluente de Podemos. Ese cambio de naturaleza lo diseñó y ejecutó Alberto Garzón, y tuvo su plasmación en la candidatura de Unidos Podemos. Un experimento electoral que pasó por incrustar los candidatos de IU en las listas de Podemos. El propio Garzón aceptó ir en quinto lugar en la candidatura madrileña. El asunto se tornó problemático al comprobar que la gente de izquierdas les había dado la espalda, perdiendo un millón de votos en las elecciones generales y 300.000 en las recientes elecciones andaluzas. En ese contexto, Llamazares es una figura inquietante porque mejoró los resultados de IU en Asturias. Si en las urnas de mayo obtuviese un nuevo éxito, la estrategia de Garzón quedaría arruinada. A partir del análisis político se entiende mucho mejor el ‘affaire’ de las grabaciones.