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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA IDEOLOGÍA DEL BIENESTAR

El paro bajó en el pasado mes de diciembre. Durante los años de la crisis económica empezaba a aumentar el desempleo al acabar el mes de agosto, con la finalización de los contratos de la actividad turística, y seguía creciendo hasta marzo o abril, según cayera la Semana Santa en uno u otro mes.

Ahora es distinto, al inicio del invierno bajó el paro cerca de un 5%. Tenemos un desempleo dos puntos por debajo de la media española. Hemos vencido a la crisis. La nave avanza viento en popa.

Los políticos asturianos, empezando por el Gobierno regional, se acogen al discurso embriagador del descenso del desempleo, sabedores de que los ciudadanos interpretan que toda bajada del paro significa aumento del empleo. Y ahí está la trampa.

Las afiliaciones a la Seguridad Social muestran que el empleo en Asturias, a lo largo del pasado año, aumentó en el 0,96%, mientras que en España, de media, creció en el 3,06%. Asturias es la región en que se crea menos empleo, encontrándose en la gráfica de los trabajadores ocupados a gran distancia del resto. Es una foto fija que se repite año tras año.

Truco

Si disminuye el paro es, fundamentalmente, por la caída de la población, no porque aumente el empleo. Somos la región dónde hay menos jóvenes empleados y la que tiene más trabajadores en trance de jubilación.

Según los datos de la Encuesta de Población Activa, del pasado 30 de septiembre, en Asturias había 3.500 ocupados menos que un año antes, mientras que en España había aumentado en 478.000 el número de trabajadores ocupados. En ninguna otra comunidad autónoma ocurre un fenómeno semejante.

En el discurso de fin de año, Javier Fernández señaló con satisfacción que el paro llevaba 62 meses seguidos bajando en Asturias, pero eso no quiere decir que hayan sido cinco años de permanente crecimiento del empleo. Ni mucho menos.

Me interesa reflexionar sobre cómo se interpreta políticamente este fenómeno y qué raíces tiene. Vamos a ello.

En los años ochenta del pasado siglo, cuando entraron en crisis la siderurgia, la construcción naval, las cementeras, la producción ganadera, la minería, etc., todas las energías regionales, dirigidas por las fuerzas sindicales, se orientaron a salvar a los trabajadores que ocupaban los puestos de trabajo amortizados. El discurso oficial hablaba de reindustrialización, pero el verdadero objetivo era evitar los despidos traumáticos.

Con el recurso de las prejubilaciones se ensayó la vía de las reconversiones indoloras que tuvieron como consecuencia abandonar la producción y el valor añadido, a cambio de garantizar la capacidad de consumo para los trabajadores que abandonaban el mercado de trabajo.

En términos políticos, Asturias optó por el bienestar, mientras que en otras tierras confiaron en el excedente empresarial y el empleo productivo.

Esta respuesta se acentuó con la crisis económica de los primeros años noventa, y bajo esa premisa se orientaron todos los planes de la minería: la prejubilación como fin. Más de la mitad del dinero de los planes del carbón fueron destinados a asegurar rentas de por vida.

Modus vivendi

La forma de reducir el fenómeno del paro en nuestra región no fue –ni es– la inversión productiva, sino retirar a los trabajadores de la estadística del desempleo garantizándole un modus vivendi semejante al que tenían cuando estaban en activo.

Desde la segunda crisis del petróleo (año 1979), Asturias se centró en el bienestar, desligado de producción, beneficios empresariales, vaivenes de mercado, etcétera.

El nuevo paradigma político impregnó todo, y por eso los discursos en la Junta General del Principado se centran en garantizar prestaciones sociales.

El Gobierno socialista dice que su prioridad es el empleo, pero no destina recursos a ese objetivo, le basta con que vaya bajando la estadística del paro gracias a la pérdida de población.

Oficialmente, el día que no haya desempleados se acabó el problema, lo de menos es que seamos la región con menos trabajadores ocupados.

La ideología del bienestar nos ha llevado a estar a trece puntos de la media española en PIB por habitante, mientras que estamos por encima de la media española en renta disponible.

No es preciso hablar de la insostenibilidad del modus operandi asturiano, porque está claro que la financiación del bienestar nos viene de las transferencias de otras administraciones o territorios.

Recuerdo una conversación en Valdediós con Ángel González, a finales de los años noventa. En aquella época el poeta repartía su vida entre Nuevo México y España. Hacía una semana que estaba en nuestra tierra y dijo, «yo siempre que vuelvo a Asturias veo a la gente entregada a la felicidad». Y lo decía un epicúreo.

Lo más dañino de nuestro sistema de funcionamiento es que crea una sociedad inmovilista, con la tasa de actividad más baja de España, líderes a la hora de invertir en juegos de azar y con la clase política dispuesta a hacer trampas con la baraja de las estadísticas del paro.

Para terminar una inocente maldad. Ahora que los huesos de Franco han vuelto al debate político sería simpático comparar cuántos trabajadores ocupados había el año que murió el dictador con los que hay ahora. En el resto de España gana de largo el mercado de trabajo de la democracia, pero en Asturias…

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por JUAN NEIRA

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