La muerte y despedida de Álvarez Areces ha supuesto una pausa en la política asturiana. La atención regional se ha centrado en su figura. Comentábamos en estas líneas que una enseñanza que nos ha dejado la biografía de Areces es el papel dañino que juegan los aparatos partidarios poniendo zancadillas a los gobernantes elegidos por los ciudadanos. La evocación de los años de gobierno local y regional del finado también suscita otras reflexiones. La primera sobre el personal político.
Personal
Cuando Tini Areces se pone al frente del Ayuntamiento de Gijón la izquierda asturiana carecía de figuras de peso, si exceptuamos a José Ángel Fernández Villa. El presidente del Principado, a la sazón Pedro de Silva, había sido promovido por Villa para relevar a Rafael Fernández.
Dicen y, es muy probable que sea verdad, que Villa pensó en el abogado gijonés por el libro que publicó un año antes de ser presidente autonómico, ‘Asturias, realidad y proyecto’, que a mí me recordaba mucho a otro libro escrito por Ramón Tamames al empezar la Transición, ‘Un proyecto de democracia para el futuro de España’.
De Silva era, y es, una persona inteligente, brillante, cultivada, con cualidades más que sobradas para destacar en la política, pero carecía de la necesaria pasión para pasar la vida entera alternando el sillón de presidente con el escaño de opositor.
En sus gobiernos hubo también algunas personas interesantes, pero ninguna tenía la suficiente vocación política para dedicarse en cuerpo y alma a la vida pública.
Fuera del Gobierno regional sólo había sindicalistas transmutados en políticos, con mucha capacidad para reivindicar, pero muy poco que aportar.
En el otro partido, el PCE, Gerardo Iglesias estaba en Madrid, al frente de IU, y el resto de camaradas eran más gente de convenio colectivo, que de BOPA y Parlamento.
Trato de decir que Vicente Álvarez Areces, en 1987, era el dirigente en la izquierda que podía encarnar el futuro de Gijón y de Asturias, siempre y cuando fuera capaz de sortear las trampas de Villa.
El 19 de mayo de 1996, Tini manifestaba en EL COMERCIO: «Lo que pasa es que como sabéis, desde 1987 juego un papel estrictamente local en Asturias. Y así es porque lo decidieron los que tienen mayoría en el partido. Me hubiese gustado jugar un papel más amplio y que en Asturias la izquierda tuviese un mejor entendimiento. Me hubiera gustado porque aspiro a ello y, además, de ese modo, soy completamente coherente con mi trayectoria personal». El único líder de la izquierda que tenía un proyecto a largo plazo.
Voluntad
De las primeras cosas que demostró el nuevo alcalde es que las ciudades, como los periódicos o los aviones, se hacen. Hay que tener voluntad de construirlos. Desde la Semana Negra, al Parque Científico y Tecnológico, pasando por proyectos fallidos, como el dique semisumergido, son el producto de una voluntad transformadora.
Esto es algo que se ha olvidado completamente. Una de las consecuencias de la pasada crisis económica, con la falta de dinero y el recorte de gastos, es borrar de las agendas municipales los proyectos.
Los alcaldes no tienen proyectos. Administran el gasto según programas sociales o culturales que rutinariamente aplican los funcionarios.
Un ejemplo, asombra ver la carencia de ideas originales para el enorme espacio que hay en Oviedo, en los terrenos del antiguo hospital y aledaños. Asombra el vacío intelectual y la apatía o la abulia a la hora de encarar ese espacio. Por cierto, esos terrenos están aptos para ser gestionados por el Ayuntamiento de Oviedo por una negociación realizada por el presidente Areces.
Los gobiernos autonómicos, con algunas excepciones, también carecen de proyectos. Transcurren los años sin alumbrar una idea novedosa o introducir una nueva forma de gestión.
Hasta las propuestas más simples, como la tan anunciada reducción de áreas sanitarias, no son capaces de llevarla a cabo. O la fusión de colegios de Primaria que dejó Riopedre enfocada para sus sucesores. No hablo ya de asuntos de gran envergadura, como llevar adelante un plan de lucha contra el declive demográfico, porque eso es pedir peras al olmo.
Dinero
Una disculpa a la que se acogen presidentes, consejeros, alcaldes y concejales es que no hay dinero. El dinero siempre es insuficiente. Pero el dinero hay que buscarlo.
Recuerdo cuando Areces entró, en 2010, a formar parte de la mesa del Comité de las Regiones de la Unión Europea, el interés que tuvo desde el primer minuto en participar en la comisión territorial donde se hacía el seguimiento de los fondos europeos.
En esa comisión se debatía un dictamen, ‘Más allá del PBI’, que estaba ideado para adoptar nuevos criterios a la hora de clasificar a las regiones. La esperanza de Areces consistía en que la Comisión Europea adoptara las propuestas del Comité de las Regiones. Conclusión: había una posibilidad entre diez de que Asturias pudiera recibir más fondos por esa vía, pero Areces trabajaba en esa dirección con convicción.
¿Conocen a algún político asturiano que dé ahora esas batallas? Ya les digo yo que no: hay una sentencia judicial que reconoce que nos deben 213 millones de euros de los fondos mineros, correspondientes a convenios anulados por Rajoy, y nadie mueve un dedo para recuperarlos.