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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DOS RAZONES PARA EL CAMBIO

La Convención Nacional del PP se cerró con el discurso de Pablo Casado remarcando los valores ideológicos del partido y la línea estratégica que quiere aplicar para ganar en los comicios autonómicos y municipales, y recuperar el poder del Estado en las próximas elecciones generales. A modo de guión desplegó un decálogo con el que habló desde seguridad, inmigración, bajada de impuestos, libertad de educación, reducción de la Administración, cambio de modelo en la elección del Consejo General del Poder Judicial, violencia de género, prisión permanente revisable, poner orden en Cataluña o libertad para Cuba, Nicaragua y Venezuela, hasta terminar con una petición: menos hablar del Valle de los Caídos y más de Silicon Valley.

Como se esperaba, Casado eliminó las ambigüedades que había en el discurso y la práctica política del PP para volver a la semántica de José María Aznar. Desde que ganó la presidencia del partido, en dura competencia con Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal, se habla de un giro a la derecha. Es cierto, el giro, al menos en el discurso, ya se ha producido, pero la razón de ese cambio no se agota en la competencia electoral con Vox. Antes de que el partido de Abascal tuviera un magnífico resultado en Andalucía y antes de que hubiera realizado el primer acto de masas en Vistalegre (Madrid), Casado ya defendía una línea política más conservadora que la desarrollada por Mariano Rajoy desde el Gobierno.

Hay dos hechos que propiciaron el giro a la derecha: el desplome electoral y el fracaso de la política de apaciguamiento en Cataluña. El PP de Rajoy pasó de 2011 a 2015 de tener una mayoría absoluta de 186 diputados a contar con 123. Una caída que va mucho más allá del desgaste habitual de los gobiernos en un mandato y sólo se explica por la decepción de los electores entre lo que se predicaba desde la oposición y lo que se ejecutó desde el poder. A eso hay que añadir la humillación sufrida el 1º de octubre de 2017 en Cataluña, con cientos de urnas en los centros públicos, pese a que Rajoy y Sáenz de Santamaría habían afirmado taxativamente que “no habrá urnas”, sumado a la incapacidad para hacer retornar a la legalidad a las instituciones catalanas. Esa es la razón del giro hacia los valores tradicionales del PP. Sin Vox, Casado hubiera dicho lo mismo. Mejor dicho, la subida electoral del partido de Abascal sólo confirma la tesis con la que Casado se lanzó a la batalla para liderar el partido. Como siempre, el futuro está por escribir.

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por JUAN NEIRA

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