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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DOS CORREDORES Y UNA AUSENCIA

En política es importante la representación de los objetivos. Ver las cosas con los ojos para entenderlas y desearlas. Vamos con los corredores. El Corredor del Mediterráneo lo entiende un niño de Primaria (al menos lo hubieran entendido los niños de diez años de edad que hacían el ingreso de Bachillerato de antes, de mucho antes, cuando los mapas tenían un lugar en las aulas hasta que quedaron desplazados por la plastilina y enrollados en una esquina). El corredor va de Algeciras a Portbou, pasando por Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña. Se entiende a la perfección: su traza en el mapa coincide con la idea natural de corredor y transcurre en paralelo al mar Mediterráneo. Con el Corredor del Atlántico no ocurre lo mismo, porque ni es un corredor ni tiene mucho que ver con el Atlántico, salvo las ciudades costeras portuguesas (Sines, Setúbal, Lisboa y Aveiro) de las que salen dos ramales que penetran en España y dan un largo rodeo por ciudades del interior (Badajoz, Ciudad Real, Toledo, Madrid, Ávila, Salamanca, Palencia, Burgos, Zaragoza y Pamplona) hasta llegar a Bilbao y San Sebastián. Un tercer ramal nace en Algeciras y va a Madrid fundiéndose con los flujos que llegan de Portugal. Estamos en presencia de un amplio itinerario que tiene como función conectar muchas ciudades del interior de España con Francia. Si el Corredor del Mediterráneo se articula espontáneamente, como vía de tránsito histórica de viajeros y mercancías, el del Atlántico es fruto de una mezcla contradictoria de voluntades e intereses políticos y económicos, en los que se da acomodo a las necesidades de Estado y a los deseos de alcaldes. Algo parecido sucede con las líneas de alta velocidad. Es evidente que en el Corredor del Mediterráneo también avanza por el empuje de intereses políticos y económicos, faltaría más, pero se justifica por sí mismo, sin necesidad de hacer ‘ochos’ en el mapa.

Cualquiera que mire el mapa de los corredores en España pensará que al norte de Zamora solo hay bosques, montes, rocas y acantilados, porque no hubo ni la menor intención de incluirnos (Galicia, Asturias, Cantabria, León) en las vueltas y revueltas del Corredor del Atlántico. Que no digan que no encajábamos en lo que es un corredor, porque no trazaron un corredor sino una liga de ciudades y comunidades autónomas heterogéneas tocadas por la vara del poder político. El Noroeste es una realidad insoslayable. Si no quieren vernos, convirtámonos en su problema.

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por JUAN NEIRA

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