El grupo de dirección planteó a los miembros del Consejo Ciudadano Estatal que apoyaran la propuesta expuesta ante los medios por Irene Montero, la vicelíder del partido morado. Se trata de elaborar una candidatura regional; luego, consensuarla con IU y Equo, los dos satélites de la organización, y posteriormente negociar con Errejón. La propuesta no coincide exactamente con los deseos de los dirigentes autonómicos que quieren por encima de todo pacificar la fuerza política y no chocar con Más Madrid. El plan de Pablo Iglesias tiene todos los visos de acabar cristalizando en una candidatura alternativa de Unidos Podemos que se repartirá los votos con la lista de Errejón.

Como en tantos actos de Podemos planificados por Pablo Iglesias, la reunión tuvo características especiales. En primer lugar, Irene Montero había pedido públicamente a Íñigo Errejón que no acudiera a la cita para que pudieran trabajar tranquilamente. Resulta que el Consejo Ciudadano está compuesto por un sector mayoritario encabezado por Pablo Iglesias y otro minoritario capitaneado por Errejón (algo más de una tercera parte). Pues bien, pretenden que se vea como normal el veto al segundo dirigente más destacado del Consejo Ciudadano. En segundo lugar está el papel de Pablo Iglesias que no acudió a la reunión por disfrutar de permiso por paternidad. Intervino por videoconferencia, no sin antes haber avisado que «conectaré por teléfono en la medida en que la tareas que conllevan mi permiso de paternidad me lo permitan». Es difícil hacer un gesto más artificial y ridículo. Si esa fuera la pauta a seguir, el 99,9% de hombres y mujeres serían malos padres. Por lo demás, tuvo una intervención vitriólica, en la que descalificó a Carmena, «no es lo que fue», y sacó a relucir la operación de Chamartín, que no tiene nada que ver con las candidaturas electorales.