Teresa Mallada perfila el equipo que la va a acompañar en la campaña electoral. De los nombres que se van conociendo se deduce que la lista tiene tres orígenes, los jóvenes (hay que tomar la palabra ‘joven’ en el sentido que tiene actualmente en Asturias: gente menor de cincuenta años), los viejos rockeros, entendiendo por ello a algunos dirigentes que llevan muchos o muchísimos años en las instituciones, como José Ramón García Cañal o Fernando Goñi, y gente del equipo de Mercedes Fernández, como Luis Venta o Beatriz Polledo, que juegan el papel de transición constructiva entre Cherines y Mallada; es necesario garantizar ante la sociedad la continuidad entre uno y otro equipo, con independencia de lo que ocurra realmente de puertas para dentro.
El PP asturiano está tan cuarteado, tan dividido en grupos, tan dañado por las comisiones gestoras que sustituyeron a las disueltas juntas locales, que nunca están todos los afiliados disponibles. O puede que lo estén, pero los que mandan no los tienen en consideración. Me asombra que Pablo Casado, cuando se planteó la sustitución de Cherines, no hubiera pensado en Susana López Ares, la dirigente más brillante que tiene el PP en la región. En el año 2015, fui testigo en primera fila de un debate televisado en directo, en Canal 10, entre los cabeza de lista de todas las candidaturas al Congreso de los Diputados (Ignacio Prendes y Adriana Lastra entre ellos ellos), donde Susana López Ares ganó de largo. Soy consciente de que apostó por Soraya Sáenz de Santamaría en la sucesión de Mariano Rajoy, pero también Juan Manuel Moreno Bonilla apoyó a Santamaría y ahora preside la Junta de Andalucía; y Teresa Mallada optó por Santamaría y ahora es la candidata a la Presidencia del Principado. No se tienen noticias de que López Ares forme parte del equipo de Mallada.
Los partidos políticos veteranos conocen la mecánica de las campañas electorales, tienen gente acostumbrada a realizar determinadas tareas y cuentan con unas directrices básicas que emanan de Madrid. Los principales actos públicos vienen marcados por la participación de los principales dirigentes nacionales que sirven de reclamo para que las televisiones graben imágenes. En esa rutina no hay lugar para las ideas. Hasta ahora, en el caso del PP, los programas electorales autonómicos son perfectamente prescindibles. Las ideas interesantes provienen del talento y, por extraño que parezca, es habitual mantenerlo al margen de la campaña.