La campaña electoral empezó el 15 de febrero cuando Pedro Sánchez aprovechó la fecha de la cita con las urnas para hacer un discurso de tres cuartos de hora cantando las loas de su gobierno y las miserias de la oposición.
La liturgia electoral es otra cosa: el reducido periodo de dos semanas de mítines y petición expresa de voto. Los expertos en demoscopia aseguran que en la víspera de abrirse los colegios hay mucho votante indeciso, aunque la práctica enseña que los partidos venden su mercancía con más antelación que antaño.
Los grupos de oposición son, tradicionalmente, más propensos a la demagogia, porque recae en ellos menos responsabilidad. Tienen las manos libres para prometer cualquier cosa.
Me viene a la cabeza la anécdota de aquel diputado gallego opositor, en la Segunda República, que aprovechó un mitin en Betanzos para preguntar al respetable: «¿Betanceiros qué queréis?» Desde la muchedumbre se alzó una voz, «que pasen los acorazados por la ría». Y repuso, «pos pasarán». El margen para hacer promesas de la oposición tiende hacia el infinito.
Sin embargo, en esta ocasión, el Partido Socialista está imponiendo un tipo de oferta electoral novedoso tendente a tomar decisiones propagandísticas, desde el poder, que no tienen visos de ser continuadas tras las elecciones.
Campaña agresiva
Es un modelo de campaña mucho más agresivo que las simples promesas electorales de antaño, porque ponen el objetivo al alcance de la mano de los ciudadanos y para cuando se vayan a enterar se habrá esfumado.
En el breve lapso de tiempo de una semana nos hemos enterado de que la descarbonización exprés tendrá un «impacto cero» en Asturias, siendo beneficiarios de un impresionante plan de empleo que creará 300.000 puestos de trabajo en España de la mano de las energías renovables. Palabra del presidente. Aquellas advertencias de Teresa Ribera sobre que la transición ecológica beneficiará a unos territorios y a otros nos tocará ponernos las pilas, se han quedado en nada.
Resulta que cerrar térmicas, clausurar minas y poner a la industria electrointensiva asturiana en manos de los parques eólicos es una operación redonda para el desarrollo económico, la pujanza industrial y el bienestar de la región.
También hemos sabido que el Gobierno reserva recursos para llevar el AVE hasta Avilés, estando ya decidido que utilizará traviesas de ancho mixto y que el nudo de Villabona conocerá una inversión de 200 millones de euros.
Sin salirnos de la vía, en el mismo acto de presentación del Corredor Atlántico, la presidenta de Adif adelantó que la variante de Pajares entrará en funcionamiento en 2020. La buena señora tuvo la humorada de decir que estábamos ante «un desafío técnico sin precedentes».
Lo que no tiene precedente es haber acabado la construcción de los túneles hace nueve años y que todavía no haya surcado la vía un solo tren. Las máquinas tuneladoras fueron las únicas que cumplieron con lo pactado; el resto, una absoluta calamidad. Asturias es la única región del mundo en que lleva más tiempo amueblar un túnel que horadarlo. Por cierto, Ábalos nos sacó de dudas: cuando los vascos tengan alta velocidad con ancho europeo, desplegarán en Asturias ese tipo de vías. Todavía hay clases, por algo tienen cuatro equipos en Primera División.
En apenas una semana hubo tiempo para todo, hasta para anunciar que firmarán el convenio del plan de vía de Gijón antes del 5 de marzo. En materia de convenios, en Gijón nos llevamos la palma del desengaño. En septiembre de 2002 se firmó el convenio entre las tres administraciones (Estado, Principado y Ayuntamiento) para eliminar la barrera ferroviaria e integrar el ferrocarril con el metrotrén. Ya pasaron 17 años y la tuneladora Noega fue la única que se atuvo a los plazos.
Tengo anotado una última oferta del ministro de Fomento: van a construir el tercer carril de la ‘Y’ con carácter prioritario. Hay pruebas de ello. En el BOE ya se ha publicado el inicio del expediente de expropiación forzosa para construir el tercer carril. Les adelanto el detalle: las expropiaciones previstas están valoradas en 5.830 euros. Tras treinta años hablando del tercer carril, esta vez hay compromiso de verdad con la obra.
En la semana de proyectos electorales del Gobierno de Pedro Sánchez nos han comunicado que parte de la reforma laboral va a ser ya derogada, y que los profesores de Secundaria verán cómo su horario vuelve a ser de 18 horas a la semana.
Tolerancia cero
En las campañas electorales, los partidos se presentan con programas ante las urnas explicitando sus compromisos. Los gobiernos no compiten, como tales, en los comicios, aunque comprendo que es muy difícil, en el caso de que un presidente sea candidato, diferenciar entre los dos perfiles.
Ahora bien, lo que no es de recibo es utilizar la maquinaria de la Administración y echar mano del BOE para aparentar que se va hacer lo que hasta ahora se había orillado.
El PSOE puede poner en el programa electoral lo que considere oportuno, faltaría más, pero el Gobierno no puede iniciar estudios informativos, amagar con licitaciones, presentar planes oficiales, para dejarlos dormir el sueño de los justos tras las elecciones.
Hay que ser indulgente con las exageraciones, pero tolerancia cero con los engaños.