Desde que Pablo Casado presentó a Teresa Mallada como candidata del PP a la Presidencia del Principado se empezó  a hablar de que había una auditoría sobre Hunosa que dejaba en mal lugar a la expresidenta de la empresa hullera. Tres días antes, Mercedes Fernández había sido llamada a capítulo en Génova y en una tensa entrevista con García Egea y Maroto fue informada de que no sería ella la candidata. Cherines no había acudido con las manos vacías, pero las auditorías de Hunosa no sirvieron para cambiar los planes de la dirección nacional del PP. A partir de ese momento, que la opinión pública española conociera el contenido del informe era cuestión de tiempo. Dos meses.

El impacto de una auditoria para el gran público estriba en el conocimiento de los detalles. Una cosa es decir que hay gastos incorrectamente imputados y otra muy distinta es ponerse a hablar de “yogures, ajos, chocolate, espárragos, salteado de pollo, canelones congelados, cachopo”, cargados en la cuenta de la empresa. A qué currito no le gustaría llevar los tiques del supermercado al trabajo para que se los abone el jefe. En el informe de la auditoría hay 49 facturas de “riesgo muy alto” por las dudas que ofrece el soporte documental, y otras 59 de riesgo alto. Sólo el 14,1% de los gastos están bien documentados. Se trata de actos de consumo heterogéneo, donde hay desde aprovisionamientos de viandas, hasta ropa de bebé y gastos en joyería, pasando por la matrícula de dos máster que el auditor sugiere que deberían formar parte de la base imponible de la presidenta. Tengo una sensación de “déjà vu” al escribir sobre listas de gastos de políticos soportados por las organizaciones o empresas que lideran.

Teresa Mallada manifestó que en “ese informe de Hunosa no encontrarán ni una sola cosa que no pueda explicarse con entereza”. En vez de quedarse ahí, recurrió a la teoría de la conspiración: “estoy sufriendo una campaña de acoso y derribo”, “mi presencia es incómoda”, “el foco soy yo porque molesto”, “el pensamiento libre supone una amenaza para muchos”, “hay muchos poderes interesados en que no sea presidenta de Asturias”. Hay mucha gente que no quiere que gane el PP porque votan al PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos o Foro, pero Mallada no tiene más rivales que cualquier otro candidato de su partido. No puede aportar ni un solo dato a favor de la teoría de la conspiración. Desde mucho antes de ser candidata, ya estaba siendo investigada en un juzgado y tenía un informe de auditoría desfavorable.