La crisis en el PP encuentra un nuevo argumento en la denuncia presentada por Teresa Mallada ante la Guardia Civil por una campaña de anónimos injuriosos sobre su pasado. Entre el contenido de los mensajes está el cuestionamiento de la tesis doctoral que presentó dirigida por un subordinado suyo en Hunosa. Mallada contrató como técnico de la empresa a un profesor, ocho meses antes de leer el trabajo de investigación dirigido por él. No es la primera vez que se cruza una tanda de anónimos en la crisis popular. Pablo González, concejal gijonés, también presentó una demanda tras haber recibido un texto amenazante que le vinculaba con una trama de empresas beneficiadas por subvenciones oficiales. Los agentes investigaron y señalaron con el dedo a Venta Cueli, que fue apartado de sus cargos. Javier Maroto invitó a Mercedes Fernández a hacer lo mismo, poniéndole como cebo un puesto en la candidatura del Senado, pero Cherines rechazó cambiar la primogenitura en el partido por un plato de lentejas.

Dentro de 35 días hay elecciones generales. Las más importantes de las cuatro que habrá en primavera, tanto por la sustancia de la convocatoria de la que saldrá el nuevo Gobierno, como por el hecho de que marcará un sesgo que influirá en el resto de votaciones. En el caso del PP, Pablo Casado se lo juega todo tras alcanzar el liderazgo en el partido. Los sondeos electorales indican que el PP puede pasar de 137 diputados a algo más de la mitad. Pues bien, en ese contexto el PP asturiano sigue suministrando bazas a los rivales. Dos meses de conflicto interno que abren un interrogante: ¿cómo puede gobernar una región un partido que tiene grandes dificultades para gobernarse a sí mismo?