En un mitin en La Coruña, Albert Rivera ha lanzado una oferta a Pablo Casado: gobierno de coalición, tras las elecciones, para «echar a Pedro Sánchez y a los que quieren liquidar España». El líder de Ciudadanos recordó que para ello necesitan las derechas alcanzar la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Puestos a dar más detalles, señaló que la Presidencia del Gobierno la decidiría la ciudadanía: el partido más votado se haría con ella. En este punto toca recordar la terquedad de Rivera pidiendo que tras las elecciones andaluzas presidiera Juan Marín la Junta de Andalucía, pese a que el PP era el partido que había obtenido más votos y más escaños del trío de derechas. Costó hacerle apearse del jumento, porque su propuesta iba contra la lógica electoral, un protocolo que se rige por una sola norma: la primacía es para quien tiene más escaños. Desde Galicia, Rivera volvió a declarar que no pactará con el PSOE en ningún caso, ni siquiera para impedir que haga una alianza con los independentistas.
Lo que dijo Rivera ya lo sabemos todos; en el caso de contar con mayoría suficiente los dos principales partidos de derechas formarán un gobierno de coalición. Es el camino que han recorrido en Andalucía. Cualquier otro planteamiento constituiría una sorpresa mayúscula. ¿Por qué hace estas declaraciones si no aportan nada nuevo? A quince días del inicio de la campaña, todo lo que manifiestan los líderes tiene que ver con lo que anticipan las encuestas. Tras analizar los sondeos de opinión, Rivera constata que el avance de Ciudadanos es menor de lo que él había previsto, beneficiándose de una forma muy discreta de la gran fuga de votos que experimenta el PP, siendo Vox el destino preferido para los desengañados del Partido Popular.
En definitiva, los tres partidos de derechas piensan que cuanto más a la derecha más votos van a encontrar y hacia allí corren los tres para ganar escaños. Vox recurre a la pistola para garantizar la tranquilidad de la familia, el PP predica la revolución fiscal para que las clases pudientes paguen lo mismo que en Estados Unidos, y Ciudadanos hace del combate contra los que quieren liquidar España su principal objetivo. Rivera tiene un punto de perplejidad, porque con ese argumento Inés Arrimadas se apropió de los votos del PP en las elecciones catalanas, mientras que ahora se van hacia otro partido. Quiere estrechar lazos con el PP, para que no lo vean como un centrista peligroso dispuesto a pactar con el PSOE.