UN PROGRAMA DE ILUSIÓN
Pedro Sánchez ha presentado el programa electoral del PSOE. Cien medidas rotundas. Prevé nuevos aumentos del salario mínimo; va a desarrollar un programa contra la pobreza infantil; y se da un plazo de cinco años para acabar con el déficit de la Seguridad Social. Muchas medidas que agradan al votante, aún a riesgo de que algunas de ellas no pasen de ser bellos deseos. Desde que pisó la Moncloa, el presidente del Gobierno siguió la táctica de esquivar los problemas y dar alegrías al pueblo. Por ahí vino el alineamiento de las pensiones a la inflación, el fuerte incremento del salario mínimo o la subida de sueldo a los funcionarios. Sin embargo, evitó referirse al verdadero problema de la Seguridad Social que es el galopante déficit que genera el pago de las pensiones. Ahora no dice cómo va a remediarlo, se dedica, simplemente, a tranquilizar a los jubilados asegurando que en cinco años los ingresos igualarán a los gastos. No tema por su pensión, abuelo, se la vamos a subir todos los años y la caja única tendrá tantas entradas como salidas. ¿Va a subir las cotizaciones a la Seguridad Social o va a elevar los impuestos? El presidente del Gobierno no contesta porque al votante no se le deben dar malas noticias. Sánchez es aún más amable que Zapatero.
Con cerca de cuarenta escaños por delante en las encuestas, el candidato socialista no cambia de plan. Lo centra todo en una lucha entre izquierda y derecha, entendiendo por izquierda un programa de barra libre para compensar a los ciudadanos de los recortes impuestos por Rajoy en los años más duros de la crisis económica. Otras cuestiones no le interesan. Desapareció el problema de Cataluña, para resolver ese asunto ya está el Tribunal Supremo. La montaña de la deuda pública se ha desvanecido, los independentistas se han convertido a la fe autonómica y el problema del desempleo está sobredimensionado porque la oposición se equivoca al contar la fila del paro. En realidad, el programa electoral del PSOE son las ruedas de prensa de los viernes al acabar los consejos de ministros.
Sánchez promete un pacto de Estado por la industria y, a la vez, aspira a ejercer un liderazgo global (¿mundial?) en la transición ecológica, empezando por cerrar las térmicas y nucleares para 2030. Ese año el 74% de la generación eléctrica debe ser de origen renovable. Superada la fase de las plegarias, espero y aspiro a que Adrián Barbón haga algo con ese par de visionarios que se llaman Pedro (Sánchez) y Teresa (Ribera).