Los tres ex presidentes están ya fuera de la política. Cristina Cifuentes es un ángel caído. Pasó de ser una posible candidata a suceder a Mariano Rajoy en el liderazgo nacional del partido, a ser vista como una apestada por la obtención inverosímil de un máster sobre derecho autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos. Un asunto que se complicó finalmente con la edición de un vídeo de la política madrileña en las instalaciones de un centro comercial dando cuenta a un guardia de seguridad de los objetos que portaba. Colgar el vídeo en la red y dimitir fue todo uno. Ignacio González ya está imputado en el ‘caso Lezo’, un asunto que también está residenciado en la Audiencia Nacional, donde se investigan las posibles prácticas corruptas en la empresa pública, Canal de Isabel II.

Lo de Esperanza Aguirre es distinto. Hasta la fecha no tuvo el menor problema en los juzgados. La izquierda siempre soñó con verla implicada en algún sumario para derribarla del pedestal. Hace años que se retiró de la política, pero su prestigio está intacto. Es la candidata que tuvo un porcentaje de votos más alto en la comunidad autónoma, donde ganó tres veces seguidas las elecciones. Abandonó la presidencia del PP cuando fue imputado Francisco Granados en el ‘caso Púnica’ y dejó el Ayuntamiento de Madrid cuando le ocurrió lo mismo a Ignacio González en el ‘caso Lezo’. Ahora le toca al juez García-Castellón decidir si acompañará en el sumario a su mano derecha, Francisco Granados. Esperanza Aguirre, la política española más parecida a Margaret Thatcher por su valentía, claridad expositiva y tirón popular, es un ejemplar de caza mayor. De lo que no hay ninguna duda es que casi todas las desgracias que le ocurrieron al PP tuvieron a Madrid como sede.