LA CONEXIÓN CON SÁNCHEZ
En el modelo de financiación autonómica se plasma cómo se reparte lo que recaudan las haciendas públicas para financiar los servicios. Para los gobiernos regionales se trata de un asunto capital porque les corresponde la titularidad sobre esos servicios y la calidad de ellos depende de la financiación asignada. Es un asunto muy complicado, donde hay intereses encontrados, porque en Asturias hay mucha gente de la tercera edad y queremos que se valore ese hecho para dotar la sanidad, mientras que en Andalucía hay más población joven y pretenden que se tenga en cuenta a la hora de asignar recursos a la educación. Nosotros recibimos pocos inmigrantes, pero en Cataluña o La Rioja hay muchos, así que la sensibilidad para valorar este dato es distinta. A todo ello hay que añadir una división fundamental, hay regiones, como Madrid, Cataluña, Valencia o Baleares, que aportan más a la caja común (Estado) de lo que reciben de ella, mientras que otras como Asturias, Andalucía, Canarias, Castilla y León o Galicia, reciben más de lo que entregan.
Estos datos no sirven para captar la complejidad de la cuestión, pero sí para atisbar que las tensiones entre territorios al repartir los recursos son enormes. Alcanzar un modelo de financiación pactado por el Gobierno central con todas las comunidades autónomas es el reto más difícil al que se puede enfrentar un gobernante. La pasada semana, en un viaje a Valencia, Pedro Sánchez prometió que, en caso de ser investido, presentará un nuevo modelo en ocho meses.
Adrián Barbón declaró, en Tapia de Casariego, que aprovechará la excelente relación que mantiene con el Gobierno central cuando se abra el debate sobre la financiación autonómica. Hay grupos de la oposición que consideran que Asturias tendrá las manos atadas por la supeditación del presidente del Principado al presidente del Gobierno de España. Es pronto para hacer ese tipo de valoraciones porque la discusión sobre el sistema de financiación no ha empezado, pero sí se puede afirmar que Asturias, con su millón raspado de habitantes, carece de influencia en el reparto de recursos si no cuenta con buenos aliados. Hay dos vías, mancomunar esfuerzos con las regiones que tengan problemáticas semejantes (Galicia, Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura) o tener un canal de comunicación privilegiado con la Moncloa. Es mucho mejor tener un trato fluido con Sánchez que no dirigirle la palabra, como pasaba hasta el otro día.