LA FIESTA Y EL CONTEXTO
El pleno institucional de la Junta General del Principado, seguido del acto de entrega de las Medallas de Asturias, ha servido de preludio a la festividad regional del 8 de septiembre. Aunque pueda verse como un asunto menor, no entiendo por qué la Administración autonómica celebra con dos días de anticipación la fiesta de Asturias. La clase política tiene tan asumido que el sábado es un día incompatible con el trabajo que extiende la prohibición a cualquier ceremonial. En ningún sitio se vive con tanto rigor el precepto del descanso en el ‘shabat’.
Discursos, entrega de las Medallas y fiesta en Cabrales, lugar elegido este año para celebrar el Día de Asturias, marcan el inicio del curso político. El Principado hará frente a problemas antiguos (desempleo) y nuevos (descarbonización exprés, digitalización de la economía). Llevamos mes y medio de Gobierno en firme y Administración en funciones, porque hasta esta semana no se completó la renovación de las direcciones generales. El tándem formado por el Gobierno de Barbón y la Administración de Fernández solo resolvió pequeños asuntos domésticos. Esta semana se acabó la transición en el poder y empezó, sin cortapisas, la nueva etapa.
Adrián Barbón no disfrutó de vacaciones. Tampoco las tuvo Cascos en 2011. Cuando se estrena el cargo de presidente no se encuentra tiempo para descansar. Tal como prometió, Adrián Barbón se mueve de un sitio para otro. No se acoge a la disculpa de estar reunido para poner un dique entre los ciudadanos y el Principado. Arriesgó en un par de asuntos que abordó en la entrevista publicada en EL COMERCIO el pasado domingo: las empresas que quieran abandonar Asturias, primero tienen que invertir («no pueden irse de rositas»); la segunda cuestión fue la denuncia de la política fiscal de la Comunidad de Madrid, calificando la bajada de impuestos como ataque a la Constitución. Estas afirmaciones sirven de carta de presentación del nuevo presidente. Los retos del mandato están explicitados. Sin embargo, no he visto a lo largo de las pasadas semanas que nadie desde el Principado se refiriera al contexto. En política el contexto es determinante. Me explico. La fase de crecimiento económico toca a su fin, así que no se podrá elevar el gasto. Si se quiere gastar más en unos capítulos habrá que recortar en otros. Tampoco hay margen para jugar con los impuestos. Hubo cinco años de crecimiento que la Administración dilapidó en frivolidades. Los números no estiran.