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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL ORGULLO DEL PRINCIPADO

Asturias es la comunidad autónoma que tiene un gasto social más elevado, al alcanzar el 68% del presupuesto anual de la región. Hace ya muchos años –desde la recepción de las transferencias educativas y sanitarias- que la suma de las partidas destinadas a la sanidad, la educación y los servicios sociales está por encima del 65%. Gran parte de ese gasto se destina al pago de nóminas y el resto depende de las demandas de los ciudadanos, razón suficiente para que evolucione al alza. Nuestra sociedad cada vez está más envejecida y aunque la crisis económica ha quedado atrás, sus consecuencias siguen visibles, así que el gasto en sanidad y en servicios sociales crece imparable. En educación ha experimentado una pequeña bajada, fruto del descenso del número de alumnos en todas las etapas educativas. Dentro del reparto de competencias entre las administraciones, a las comunidades autónomas les ha tocado hacerse cargo de alumnos, enfermos y necesitados, de modo que el gasto social constituye su razón de ser, desde la perspectiva de la gestión.

¿Es mucho tener un 68% de los recursos dedicados a gasto social? Es un porcentaje alto, desde luego, que se convierte en preocupante porque al final es más elevado. Veamos. Cuando se hace la provisión de recursos alcanza el 68% del total de las cuentas, pero cuando se termina el año, que es cuando se puede hablar de presupuesto ejecutado, de gasto real realizado, nos encontramos con que no baja del 70%. Esto se debe a que, asiduamente, en el segundo semestre del año hay que pedir un crédito extraordinario para pagar la factura sanitaria o, como mínimo, desplazar dinero de otras partidas del presupuesto a la sanidad. Lo mismo ocurre con el gasto en servicios sociales, de ahí que, por ejemplo, la cantidad consumida en concepto de salario social exceda la cifra presupuestada. Pero lo más preocupante estriba en la trayectoria del gasto social que crece a un ritmo más elevado que el propio presupuesto.

Estoy convencido de que se puede reducir, pero ningún gobierno lo ha intentado. En las áreas de sanidad o servicios sociales cabe moderarlo, pero para ello hay que atreverse a cuestionar desde la estructura de los servicios hasta determinados procedimientos que son más gravosos que benéficos. Todo seguirá como hasta ahora, porque el Principado siente como un orgullo gastar más que nadie en esas prestaciones. Incluso se habla del sistema de bienestar asturiano. El orgullo se paga con más impuestos y deuda.

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por JUAN NEIRA

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