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Juan Neira

LARGO DE CAFE

INVESTIDURA BLOQUEADA

Segunda reunión del trío negociador socialista (Adriana Lastra, Carmen Calvo y María Jesús Montero) con la delegación de Unidas Podemos encabezada por Pablo Echenique. Cuatro horas de conversación y ninguna conclusión positiva. Las socialistas quieren gobierno monocolor y están dispuestas a hablar del programa, mientras que el grupo ‘podemita’ propone discutir sobre el ejecutivo de coalición. Que lo uno, que lo otro y vuelta a empezar. Cuatro horas perdidas porque ninguno de los dos bandos cede. Ante la prensa, cada parte explicó su versión. Adriana Lastra señaló que la negativa de Unidas Podemos al gobierno monocolor cierra las vías para el acuerdo. Pablo Echenique dijo que el PSOE propone gobierno de partido único, como si tuviese mayoría absoluta, y que les advirtieron de que, en el caso de no aceptar esa premisa, no debería haber más reuniones. Tan aguda como siempre, Carmen Calvo señaló que en «Unidas Podemos están muy inflexibles». Le faltó añadir que ellas habían dado un ejemplo de flexibilidad.

A mi entender, el fracaso de la negociación estaba garantizado de antemano. Ese canal de comunicación lo propusieron los socialistas para evitar o retardar reuniones en la cumbre entre Sánchez e Iglesias. Ninguno de los dos grupos cedió un milímetro en sus pretensiones y una tercera cita amenaza con convertirse en un disco rayado. Faltan doce días para cumplir el plazo señalado por la Constitución para poder investir a un candidato tras las elecciones, y el PSOE tiene que llenarlo con algo para transmitir la sensación de que hizo todo lo que estaba en su mano para conseguir la investidura. La gente desea el acuerdo y no resulta fácil de explicar que se haya cerrado la puerta a explorar un gobierno de coalición a partir de la última oferta realizada en julio. La pasividad podría ser interpretada por el electorado de izquierdas como una señal clara de que el presidente quiere elecciones anticipadas.

Mal asunto si millones de personas llegan a esa conclusión. No es de recibo que Pedro Sánchez lleve dos meses evitando a Pablo Iglesias, dedicado a emplear su tiempo en formalizar un programa de investidura con cineastas, feministas y sindicalistas o en negociar con el Partido Regionalista de Cantabria y el PNV. Además, si los días se convierten en una mera espera, Pablo Iglesias se sacará a última hora un conejo de la chistera para dejar en evidencia a Sánchez. Seguro que en la Moncloa, Iván Redondo, como nuevo Rasputín, tiene ya ideado un plan.

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por JUAN NEIRA

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