Tercer día de algaradas callejeras. El 90% de los que participan en ellas son jóvenes, para que no se diga que pasan de la política. Desde las principales urbes de la región han empezado a organizar marchas hacia Barcelona, con la idea de converger todos, el viernes, en la capital de la comunidad autónoma. En las columnas que avanzan por las carreteras la media de edad está más equilibrada; quiero decir que también hay personas de más de cuarenta años. La gente que participa en las protestas, cuando le ponen un micrófono delante, da muestras de intoxicación: el Estado persigue a unos líderes pacíficos que no hicieron nada malo. Es cierto sólo quisieron cambiar el sistema jurídico-político porque les vino en gana, sin respetar las leyes. Esa conducta, en cualquier Estado democrático, está tipificada como un delito grave que conlleva largos años de cárcel. En el caso que saliera adelante la república catalana, en su ordenamiento jurídico también habría duras penas para los políticos que saltándose las normas pretendieran unir el territorio independiente a España.
Me gustó el recurso de la «ensoñación» que tanto juego dio a los jueces para redactar la sentencia. Ensoñación, artificio, irrealidad, mera ilusión óptica produce contemplar los hechos que ocurren en Cataluña. Parece que se trata de representar una obra de teatro que nadie se toma en serio. El Gobierno de la Generalitat lleva tres días sin dar una respuesta a la sentencia. Quim Torra viaja a Gerona para ponerse al frente de una columna de manifestantes; cualquier cosa menos jugar el rol de presidente y ejercer sus competencias. En horario de ‘prime time’ compareció Pedro Sánchez ante los españoles. Voz y gestos delataban que estaba tranquilo, relajado, dispuesto a utilizar los minutos de televisión para ganarse el favor de los votantes. Rotundo apoyo a las fuerzas de seguridad (electorado de derechas); absoluto respeto a los manifestantes (electores de Podemos, Más País y nacionalistas templados); receta para salir del atasco: firmeza democrática, unidad de partidos, proporcionalidad en la respuesta (estadista). En el último párrafo se adornó con prosa de Salvador Allende, «antes pronto que tarde» se volverá a la normalidad. Cada derecha tiene una solución distinta: el PP, Ley de Seguridad Nacional; Ciudadanos, artículo 155; Vox, estado de excepción. Podrían haberse coordinado y proponer los tres la misma. Nada se explica sin la televisión. Mañana lo contamos.