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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL EJERCICIO DE PRINCESA

En las vísperas de la entrega de los Premios Princesa de Asturias se califica de «histórica» a la actual edición. Con un protocolo tasado desde los años ochenta del pasado siglo, un perfil muy semejante de personalidades premiadas y un escenario que lleva 127 años sirviendo de pasarela para las principales muestras culturales y artísticas de la región, sólo existe una razón para calificar de singular la ceremonia que esta tarde se desarrollará en el Campoamor: la presencia de doña Leonor de Borbón ejerciendo por primera vez como Princesa de Asturias.

El título le acompaña desde el nacimiento, por precepto constitucional, pero no hablo de ser, sino de ejercer. El pasado año, el 8 de septiembre, con motivo del triple centenario en Covadonga (1.300 años de los orígenes del Reino de Asturias, un siglo del Parque Nacional de los Picos de Europa y cien años de coronación de la Santina), la Princesa tuvo su primera presencia pública. Unos días más tarde, con motivo de su cumpleaños, realizó una lectura pública del primer artículo de la Constitución en el Instituto Cervantes. Dos precedentes que sirven de ensayo para realizar hoy la primera actuación pública, presidiendo el acto de entrega de los galardones y pronunciando un discurso. Una primera experiencia que está llamada a repetir, anualmente, hasta que tenga un heredero que tome el relevo para llevar el título que ella porta.

Se estrena a la misma edad que lo hizo su padre, Felipe VI. Le faltan unos días para cumplir los catorce años. Hay gente bien intencionada o, simplemente, paternalista, que considera muy prematura la exposición pública, deslizando que se trata de una niña, que se podría esperar unos años, etc. Los expertos en psicología evolutiva consideran que a los quince años alcanzamos el 100% de nuestra inteligencia, así que no desdeñemos lo que hace o dice una persona de catorce años. Además, estamos hablando de una Princesa y la institución que encarna hace de segunda naturaleza. Estoy seguro de que doña Leonor de Borbón es perfectamente consciente del papel que le toca representar y de su destino. Por decirlo con una expresión que le resulta muy cara a Francisco Bergoglio, tiene capacidad de discernimiento. En un sistema de monarquía parlamentaria, donde el jefe del Estado carece de todo tipo de facultades ejecutivas, le corresponde ser un referente moral para la sociedad y para el resto de instituciones. El discernimiento ayuda a saber en cada actuación pública o privada donde está el bien y el mal. Su desempeño como Princesa de Asturias reforzará esta cualidad.

Esta tarde, antes de que doña Leonor empiece a leer desprendámonos de todo prejuicio. No se trata de una función escolar, sino del primer discurso de la heredera de la Corona. Con todos los matices y sobreentendidos de cualquier intervención de quien está llamada a ser la más alta autoridad del Estado.

La relación entre el texto y la Princesa de Asturias no se diferencia de la que tiene cualquiera de las altas magistraturas del Estado con los discursos que pronuncian. No nos dejemos llevar por el timbre de voz. Es una lectura rigurosamente seria y obligada para quien ejerce por primera vez como Princesa de Asturias. La educación clásica francesa lo tuvo tan claro que lo convirtió en dicho popular: el valor no espera para las almas bien nacidas. Doña Leonor de Borbón renueva hoy el vínculo de la Corona con Asturias.

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por JUAN NEIRA

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