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Juan Neira

LARGO DE CAFE

PERDER LA HUELGA, GANAR LA CALLE

La campaña de movilizaciones iniciada nada más conocerse la sentencia del Tribunal Supremo contra los ‘indepes’ estaba orientada a paralizar Cataluña en el día de ayer. La convocatoria de una huelga general de veinticuatro horas era la respuesta planeada a las fuertes penas decididas por el alto tribunal. Desde el pasado lunes se trató de romper la normalidad, con algaradas callejeras, invadiendo el aeropuerto de El Prat, etcétera. Llegado el momento de vaciar oficinas y fábricas, más del 75% de los trabajadores no siguieron la consigna. El fracaso de la huelga fue especialmente significativo en la Administración pública, ya que el funcionariado, mayoritariamente, es de observancia nacionalista. Desde los tiempos de Jordi Pujol, la Generalitat tuvo buen cuidado en impedir que personas desafectas al régimen nacionalista se convirtieran en servidores públicos. Hay un sector en el que la movilización tuvo un seguimiento masivo: los estudiantes universitarios. Un dato que también es muy revelador. Si la huelga fracasó es porque la mayoría silenciosa no ve con buenos ojos la deriva del ‘govern’ de Quim Torra. No obstante, la falta de seguimiento del paro fue compatible con una baja actividad en los comercios, tiendas de comestibles y mercados, al retraerse los consumidores por la inseguridad que se palpa en las calles. También hubo negocios que cerraron sus puertas, a lo largo de la jornada, tras ser visitados por piquetes de los Comités de Defensa de la República.

A la tarde hicieron la entrada por las calles de Barcelona las columnas de manifestantes que llevaban tres días caminando desde las principales ciudades de la comunidad autónoma para converger en la capital. Cientos de miles de personas desfilaron juntos por las principales arterias de la ciudad. Sin duda, fue la operación que mejor les salió a los independentistas desde que empezaron la campaña de desestabilización tras la sentencia.

Quim Torra se quedó solo en el Parlament, criticado por constitucionalistas y nacionalistas; el Gobierno de Pedro Sánchez se muestra muy cauto a la hora de tomar medidas para desactivar la lucha callejera. Abascal, Casado y Rivera piden más firmeza; empresas y turistas se muestran perplejos ante el panorama que presentan las cuatro capitales catalanas. Para entender lo que ocurre, las contradicciones y las inhibiciones, hay que introducir un nuevo ingrediente: las elecciones. Diez días más de desorden y vuelco en las urnas.

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por JUAN NEIRA

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