La novedad catalana estuvo en la visita relampagueante de Pedro Sánchez a Barcelona para hablar con los policías nacionales. El presidente en funciones visitó la Jefatura Superior de Policía en vía Laietana, el mismo centro que fue atacado con armas arrojadizas por los independentistas la pasada semana. Trasladó un mensaje de «agradecimiento, solidaridad y ánimo» a los mandos policiales para que se lo trasladaran a sus subordinados. En opinión de Sánchez, los policías están dando «un ejemplo de profesionalidad y vocación de servicio». Posteriormente visitó a policías heridos en el hospital de San Pablo. En el hospital tuvo que soportar el abucheo de personal sanitario que repetía las clásicas consignas de los grupos nacionalistas desde que fueron condenados por sedición los independentistas encarcelados. ¿Ha sido un gesto humanitario el viaje exprés del presidente en funciones a Cataluña? ¿Se trataba de una actuación obligada por el cargo que desempeña dadas las graves alteraciones de orden público que cometen los independentistas a diario? ¿Tenía principalmente un sentido electoral el viaje? ¿Las tres cosas a la vez? Pues sí, es muy probable que el viaje tuviera algo de las tres motivaciones, sin querer poner las tres en pie de igualdad. Ya hemos dicho que si no hubiera comicios el 10 de noviembre el Gobierno hubiera reaccionado con menos cautelas.
Mientras Pedro Sánchez hacía el viaje de ida y vuelta a Barcelona, siguió dando juego el asunto de las llamadas telefónicas de la Generalitat a la Moncloa. Quim Torra insiste en hablar con el presidente en funciones y éste se niega a hacerlo mientras no condene rotundamente la violencia. Hace muy bien Pedro Sánchez en rehusar cualquier contacto con un político que anima a los miembros de los Comités de Defensa de la República (la infantería de choque del independentismo) y, a la vez, pide a los policías guardar el orden. Un caso de hipocresía tan grande y mediando un asunto tan grave (600 heridos en las calles y 2,5 millones de euros en daños materiales) impide que se puedan normalizar las relaciones con la Generalitat mientras no rectifique su presidente.
Para superar la actual crisis catalana Podemos se plantea liberar a toda costa a los presos condenados y propone a Pedro Sánchez que elija entre dos alternativas: indultar a los nueve penados o derogar el delito de sedición. Como infringieron la legalidad, se cambian las reglas del juego y queda limpio el expediente.