Carmen Calvo vino a Gijón para participar en un mitin de la precampaña electoral del PSOE. La vicepresidenta dijo que en la campaña van a ir todos los partidos contra el PSOE. Ocurre en todas las ocasiones; el debate político e institucional siempre se mueve por la dialéctica entre gobierno y oposición, y las campañas electorales no son ajenas a esta dinámica. Hace cuatro años, en el otoño de 2015, todos los partidos iban contra el PP, tras haber estado gobernando Mariano Rajoy. Carmen Calvo acusó a los partidos de derechas de obstruir la formación del gobierno. PP, Ciudadanos y Vox no actuaron con sentido de Estado. No quisieron abstenerse ante la investidura de Pedro Sánchez para facilitar que echara a andar el mandato. Tras el disenso entre el PSOE y Unidas Podemos, eran conscientes de que iban a bloquear la legislatura y que estábamos abocados a elecciones anticipadas, pero se aferraron al «no a Sánchez».
Ahora bien, el presidente y su equipo carecen de fuerza moral para atacar a los grupos de derechas por haber impedido la investidura, ya que Pedro Sánchez alcanzó la fama con la consigna de «no es no». Un enunciado simple que acompañaba con una pregunta retórica «¿dígame que parte del ‘no’ no ha entendido?». Sánchez se opuso a la investidura de Rajoy cuando ganó con 123 escaños (los mismos que tiene el PSOE, ahora) y volvió a oponerse cuando se repitieron los comicios y volvió a triunfar el PP con 137 diputados.
Estaba dispuesto a ir a unas terceras elecciones, pero el PSOE se rompió en dos y Rajoy fue investido. El enroque de Sánchez fue interpretado por sus fieles como ejemplo de fortaleza ideológica, como distintivo del giro a la izquierda del partido. Con esa bandera ganó las primarias. Posteriormente, planteó una moción de censura a Rajoy y se convirtió en presidente. No hace falta tener un acusado espíritu vengativo para devolver el golpe al líder socialista. Aún con todo, PSOE, PP y Ciudadanos deberían reconocer que con esa actitud hacen un flaco servicio a la democracia.
Carmen Calvo, siguiendo el guión de la precampaña, atacó el comportamiento de Unidas Podemos, «por exigir un espacio que las urnas no le dan». Considera que con 42 diputados no tienen derecho a pedir la entrada en un gobierno de coalición. En Europa, grupos con menos escaños entraron en gobiernos. Debería preguntarse si tiene derecho un partido a exigir a los demás que le dejen gobernar en solitario cuando le faltan 53 escaños para la mayoría absoluta. Todo es relativo.