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Juan Neira

LARGO DE CAFE

RESPONSABILIDAD DE ESTADO

En una semana de campaña electoral se pudo comprobar, una vez más, que los pactos de gobierno están mal vistos. Las dos principales formaciones (PSOE y PP) pretenden ganar el poder captando seguidores de los grupos más próximos. Estos, a su vez, quieren mejorar posiciones pescando en los caladeros de los grandes. En el momento en que los medianos (Ciudadanos y Unidas Podemos) aumentan de tamaño, lejos de crearse un ambiente propicio para la colaboración, se desata la guerra por el liderazgo en el mismo espacio ideológico.

Cuando se preguntó en la campaña a los líderes con quién piensan gobernar, contestaron que aspiran a ganar las elecciones y formar gobierno con sus propias fuerzas. La excepción fue Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, aunque su propensión a las alianzas viene dictada por los sondeos electorales. Ya lo dejó escrito Sun Tzu, «si no puedes con tu enemigo, únete a él».

La alergia de los partidos por los acuerdos o las alianzas es compartida por la parte más fiel de su electorado. El pacto se interpreta como una cesión que lleva aparejada una pérdida de identidad. De los jóvenes hemos aprendido que lo más importante es «ser auténtico». Así nos gustan los líderes y los partidos, de derechas o de izquierdas. De una pieza, auténticos. De todo lo anterior se deduce que el bloqueo institucional tiene cimientos sólidos.

Rechazos

Desde finales de 2015 quedaron proscritas las alianzas. Las escasas excepciones que se presentaron fueron rechazadas por el Parlamento o por los militantes de los partidos. Ejemplo de lo primero fue el ‘no’ mayoritario del Congreso de los Diputados al programa de investidura pactado por el PSOE y Ciudadanos en marzo de 2016 o el rechazo mostrado en agosto del mismo año a la investidura de Rajoy, con las 150 medidas de gobierno acordadas con Ciudadanos.

En el mismo apartado se puede anotar el rechazo al proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019 presentado por Pedro Sánchez, tras negociarlo con Unidas Podemos.

Ejemplo de la negativa militante fue la revuelta de las bases socialistas contra el pacto alcanzado por Susana Díaz y Javier Fernández con Mariano Rajoy para que los diputados del PSOE se abstuvieran y pudiera gobernar el presidente del PP. En las primarias del partido, Pedro Sánchez arrasó a los pactistas con la famosa tautología que resume su ideario político: «no es no». Otro auténtico.

Dejo en un mero apunte dos categorías de disenso que se han puesto de moda. La primera versa sobre la revisión del pasado, tratando de deshacer normas firmes que produjeron ya sus efectos. El caso más disparatado es la pretensión de una minoría de anular la amnistía aprobada en octubre de 1977.

La otra categoría de desacuerdos toma la forma del arrepentimiento; cuando se va a firmar un texto pactado con varios interlocutores, la conciencia advierte del peligro y todo queda en papel mojado. De esa forma se echó a perder la reactualización del Pacto de Toledo, tras tres años de negociaciones. Iba a ser una reunión de trámite, pero a última hora Unidas Podemos se arrepintió y enmendó todos los puntos. El día que haya un gobierno con competencias plenas la negociación empezará desde cero. Tres años perdidos para garantizar la sostenibilidad de las pensiones.

Si miramos todo lo que ha ocurrido en los últimos cuatro años habrá que convenir que la dificultad para el acuerdo entre los grandes partidos ha desplazado la capacidad de decisión sobre grupos minúsculos que tienen unos pocos cientos de miles de votantes –a veces ni siquiera– y que practican la contradicción de ser los árbitros en el Congreso de los Diputados sin querer formar parte de España ni sentirse españoles.

Enmiendas

Las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 fueron desestimadas por un solo voto. Para salvar el proyecto el Gobierno tuvo que realizar una negociación al borde del abismo con el PNV sobre la llamada «agenda vasca», que consistió en poner 500 millones de euros más en el proyecto para hacer actuaciones del Estado en la comunidad que goza de la mayor financiación por habitante de todas las regiones y en la que el Estado carece de soberanía para recaudar impuestos.

La misma semana en que Aitor el del tractor realizó el pacto con Cristóbal Montoro, el máximo jefe del PNV, Ortuzar, acordó con Pablo Iglesias sumarse a la moción de censura y tumbar a Rajoy. A eso se llama un socio fiable.

En el ejercicio anterior (2017) el Gobierno de Rajoy salvó los muebles tras una negociación bilateral con el partido nacionalista, Nueva Canarias, comprometiéndose a aportar un complemento de 380 millones. El proyecto de presupuestos para 2019 de Pedro Sánchez fue rechazado tras una negociación ‘in extremis’ con ERC y PDeCAT que resultó infructuosa.

Concluyamos. La falta de entente entre los partidos nacionales deja al Estado al albur de los pactos con grupos de patria chica que visitan Madrid con la mentalidad de arrancar algo para llevárselo a casa. El desbloqueo institucional no pasa por acuerdos con formaciones que no se sienten vinculadas con los intereses generales, sino porque los principales partidos asuman su responsabilidad de Estado. A partir de mañana toca demostrarlo.

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por JUAN NEIRA

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