Va de récord: a las 42 horas de cerrarse las urnas ya había un documento sobre el gobierno de coalición con la firma de sus máximos responsables, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, presidente y vicepresidente, respectivamente, del futuro Ejecutivo. Largos meses de negociación infructuosa obligaron a repetir las elecciones y tras la pérdida de diputados por parte de ambos grupos sellaron un pacto que antes juzgaban imposible. Sánchez había confesado que le produciría insomnio la entrada de ministros ‘podemitas’ en el Gobierno. Todo sea por España. El acuerdo exprés deja al jefe del Estado sin el papel que la Constitución le otorga en la investidura, ya que la ronda de contactos del Rey con los portavoces parlamentarios para proponer un candidato a la investidura carece ahora de sentido. Sánchez e Iglesias presentan ellos el gobierno y hacen la ronda con los grupos parlamentarios. Otro feo al jefe del Estado. Tan aficionado como es Pablo Iglesias a consultar cualquier asunto a las bases de su partido –convocó un referéndum para que validaran la compra del inmueble en el que fijó la residencia familiar–, no se entiende que de una decisión tan importante se enteraran sus camaradas por televisión. Lo mismo cabe decir de las bases del PSOE, tan participativas desde que la corriente ‘sanchista’ asumiera la dirección del partido.
El documento es una retahíla de generalidades que las puede firmar cualquier gobierno. Me impresionó que en la primera frase, a modo de declaración de intenciones, digan que han alcanzado un preacuerdo que «sitúa a España como la referencia de los derechos sociales en Europa». Deberían saber que para ser la referencia en pensiones, seguro de desempleo, ayuda a los dependientes, etcétera, hay que gastar una montaña de dinero que sólo lo pueden hacer los países más ricos.
No se pueden tener derechos nórdicos con productividad española. Lo más llamativo es que en todo el documento no se habla del reparto de ministerios, que fue el asunto que llevó a pique la anterior negociación. En la noche electoral Iglesias reclamó la tercera parte de las carteras. Ahora dicen que lo dejan para después de la investidura. ¿Quién se lo cree? Les urgía la foto del acuerdo para pasar la página de la triste noche electoral y sólo se han comprometido a gobernar en coalición y la vicepresidencia para Iglesias: el formato de Podemos. El resto está por atar. Iglesias abrazó a Sánchez, la bolsa bajó y sentí un escalofrío por la espalda.