REUBICACIÓN GENERAL
El preacuerdo de PSOE y Unidas Podemos supone un cambio de escenario en el curso político. Todos se mueven para adaptarse a las nuevas circunstancias, empezando por Pedro Sánchez, que se olvida de su promesa de convertir en delito la convocatoria de referéndum ilegal, siguiendo por Isabel Celaá, que ante la plana mayor de la enseñanza concertada afirmó que la elección de centros de enseñanza católicos, por parte de los padres, no forma parte de las libertades que ampara la Constitución, continuando por la advertencia de Felipe González («no pasaré por un acuerdo que rompa la convivencia») y terminando por Núñez Feijóo, que pidió parar el preacuerdo porque es «letal para la España constitucional». El renuncio de Sánchez estaba cantado, entregado como está en convertir en digo lo que antes era Diego. La declaración de Celaá es un ejercicio de sobreactuación para seguir siendo portavoz del gobierno, un cargo que corre peligro con la llegada de Podemos. El aviso de Felipe González moviliza a la vieja guardia socialista en tiempos de mudanza de principios.
En cuanto a Núñez Feijóo, hay que reconocer que estuvo preciso. Desde la noche electoral ningún líder de la derecha realizó un análisis tan acertado de la situación. En vez de calentarse la boca, activó el intelecto: «Si alguien puede parar dentro del PSOE un error histórico de los socialistas, en el peor momento de España desde un punto de vista territorial y ante una enorme incertidumbre económica, yo le aseguro que el PP tiene la puerta abierta para hablar». Tras advertir que está en juego un cambio de modelo territorial, institucional, económico y social, dio en el centro de la diana al afirmar que lo peor de todo es que la llave del nuevo gobierno la tengan los partidos independentistas.
Esa es la clave, unos señores que abominan de España y niegan ser españoles, tienen la prerrogativa de validar o rechazar al Gobierno de España. De Podemos se pueden discutir muchas cosas, pero es un partido nacional como el resto y nada autoriza a pensar que no busquen el bien para los 46 millones de habitantes, pero de ERC o del partido de Puigdemont y Torra hay certeza de que hacen política en contra de los intereses generales. Una cosa es que se sumen a apoyar una moción de censura y otra que haya que negociar con ellos la investidura de un presidente, sabiendo lo que piden a cambio. Haría bien Pablo Casado en tomar nota de lo que dice Núñez Feijóo. Ya vale de festejar los 89 escaños porque no fue ninguna hazaña.