Gobierno y oposición deben arriesgar. No vale mantener las políticas del pasado porque ya ha quedado demostrado a donde nos llevan. Es preciso otro rumbo. La negociación de los presupuestos debe alejarse de la rutina, olvidarnos de las cuentas del ayer y revisar críticamente la distribución de recursos que desde los primeros años de la crisis económica está volcada hacia los servicios públicos, dejando olvidada la inversión. Durante las dos últimas legislaturas hemos oído decir muchas veces que la prioridad del Principado es el empleo y los sucesivos presupuestos indicaron siempre lo contrario. Es posible que entre 2008 y 2014, los años de la crisis, hiciera falta aumentar el gasto social, pero llevamos seis ejercicios de crecimiento y los impuestos de los asturianos deben servir para generar actividad. No es de recibo que la mayoría de los grupos parlamentarios se muestren conformes con incrementar en 100 millones el gasto del personal del Principado, sin importarles si hay otros destinos más prioritarios. No podemos seguir con la mentalidad de los países atrasados en que el dinero recaudado de los impuestos se destina a consumo de la Administración.

Belarmino Feito afirmó que se puede racionalizar el gasto. Yo añadiría que en Asturias más que el resto de comunidades autónomas porque cuando el Gobierno de Rajoy invitó a los diecisiete gobiernos regionales a hacer planes para reducir sus respectivos sectores públicos, el Principado fue el que redactó un plan más conservador. Casi tenemos los mismos chiringuitos que en la época de bonanza, así que bueno sería una cura de adelgazamiento.