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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA HORA DEL PARLAMENTO

Diciembre es el mes del turrón y de los presupuestos. El primero nunca falla a la cita, mientras que, en ocasiones, las cuentas son rechazadas y toca estar otro año con el presupuesto prorrogado.

La aritmética parlamentaria es tan favorable al Gobierno de Adrián Barbón que sería una sorpresa enorme que el Principado entrara en prórroga. Los socialistas solo necesitan tres votos de la oposición para lograr la mayoría absoluta, dos de ellos se los suministrará IU. Basta con que se abstenga otro grupo y asunto solucionado.

En diciembre despierta la Junta General del Principado. Desde el inicio del mandato la Cámara trabaja en régimen de media jornada. Una semana toca pleno y a la otra, comisiones. A la tarde, tiempo libre.

Las preguntas al presidente se registran con cinco días de antelación, porque la prisa no es buena consejera. Con ese ritmo de trabajo la actualidad pasa por delante de los diputados sin que puedan asirla.

Industria

Veamos un ejemplo. Si algún asunto preocupa en Asturias desde hace año y medio es el futuro de la industria. La descarbonización exprés de la ministra Teresa Ribera puso en el punto de mira a las térmicas de carbón y, tras ellas, la industria electrointensiva que necesita seguridad en el suministro energético y precios contenidos.

Sobre la coyuntura que atraviesa la industria se han posicionado los líderes políticos, empezando por el presidente del Principado, en multitud de ocasiones. Empresarios y sindicatos están todo el día mandando mensajes. La opinión pública está sensibilizada como se vio en la crisis de Alcoa. El único que está ajeno a los problemas derivados de la transición energética y la deslocalización de fábricas es el Parlamento asturiano. La Junta General del Principado se dedica a otras cosas.

En lo que va de mandato la única vez que se reunió la Comisión de Industria, Empleo y Promoción Económica fue el día 21 de este mes. Desde el 19 de marzo no había habido ninguna otra reunión. Parece que en febrero se volverá a convocar la citada comisión. En once meses, solo una vez tendrán a bien los diputados discutir sobre la industria y plantear iniciativas. Esa dinámica de trabajo es un fraude para los ciudadanos que pusieron los votos y pagan los sueldos de los tribunos.

En los sistemas democráticos quien tiene que empujar en el Parlamento es la oposición, el gobierno se centra en gestionar. En este caso, lo más llamativo es que el PP apoya el sistema de trabajo de media jornada, con la mitad de plenos que en la anterior legislatura y con un tratamiento de los temas a toro pasado. IU y Foro tampoco se han quejado del sistema de trabajo.

Inversión

En diciembre le toca a la Junta General del Principado sacudirse la pereza. Si el mayor problema de Asturias es la atonía económica y la destrucción de empleo (única comunidad autónoma que por segundo año consecutivo va a destruir empleo) los presupuestos deben dar una respuesta. Sin embargo, por las declaraciones del gobierno y las peticiones de parte de la oposición todo indica que no va a ser así.

El vicepresidente, Juan Cofiño, declaró que el Principado prepara unas cuentas con la «mayor inversión posible». ¿Por qué razón nunca se dice que el proyecto de presupuestos tendrá en sus partidas el «mayor gasto social posible»? Sencillamente, porque el gasto social es la verdadera prioridad de los gobiernos asturianos, mientras que para la inversión se reserva el sobrante.

En el discurso político se ha puesto de moda la expresión, «inversión social», para disfrazar el gasto. Una trampa dialéctica que no sirve para ocultar que la política autonómica está volcada en gestionar gasto corriente.

Es indudable que el gasto social es necesario porque nuestra sociedad necesita instrumentos de cohesión. No puede prescindir de ellos. Ahora bien, todo el sistema de bienestar descansa sobre la Asturias que produce. Sin un nivel de empleo razonable, la recaudación del principal impuesto –IRPF– se hunde. Lo mismo ocurre con la recaudación del segundo impuesto –IVA– que depende de la capacidad de consumo de la gente, algo que va ligado al porcentaje de trabajadores que tienen empleo. No hablo del tercer impuesto –Sociedades– porque no entra en el sistema de financiación autonómica, pero sí del cuarto –Impuestos Especiales (hidrocarburos, tabaco, alcohol)– que se le puede aplicar el mismo razonamiento que para el IVA. En resumen: no se puede vender leche sin contar con la vaca.

Adelgazar

El PP insiste en pedir una bajada de impuestos, mientras que Ciudadanos aplaza esa demanda para otros ejercicios. Podemos reivindica la bajada del mínimo exento en el Impuesto de Patrimonio.

No creo que el gasto social y la inversión productiva se deban financiar con cambios fiscales. Para que haya dinero para ambos objetivos, la clave está en redimensionar la Administración pública, de modo que tenga un tamaño acorde con los niveles de renta y riqueza de los asturianos. Debe adelgazar.

No podemos permitirnos los lujos de los años del boom económico, un periodo en el que la Administración del Principado adquirió su actual dimensión. Pagar impuestos y endeudarnos para financiar gasto corriente es lo más retrógrado que podemos hacer.

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por JUAN NEIRA

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