Al día siguiente de registrarse el proyecto de presupuestos en la Cámara, Belarmino Feito afirma que no son los presupuestos que necesita Asturias. El presidente de la patronal critica que la inversión sea baja y que aumente el gasto social hasta los 3.195 millones de euros. Acepta que sobre esas premisas se elaboraran las cuentas en los años de la crisis económica, pero considera que no puede prolongarse indefinidamente esa forma de distribuir los recursos. Feito lamenta que, año tras año, sean atendidas otras prioridades en detrimento de las empresas.
El presidente de Fade tiene una visión distinta a la del Gobierno de Adrián Barbón. En realidad, piensa de una manera diferente a la de todos los gobiernos que hemos tenido en Asturias, ya que la política presupuestaria se mueve en las mismas coordenadas desde hace décadas. Con Feito, Fade ganó personalidad en el debate público asturiano. Tiene un discurso coherente, otra cosa es que influya en las cuentas. Más allá de las enmiendas que registren los grupos de la oposición a los presupuestos, lo cierto es que hay consenso sobre los mismos. Salvo Vox, el resto de grupos está de acuerdo en priorizar el gasto corriente. Por cierto, Feito embellece los presupuestos al hablar del incremento del gasto social, cuando, en realidad, casi todo el aumento de 114 millones se debe a una subida del gasto en personal de 103 millones, derivado del recorte de la jornada laboral para dejarla en 35 horas. Pagar un precio más alto por la hora de mano de obra contratada no tiene nada de social, ya que solo beneficia a quien cobra el salario, más aun tratándose de un sector laboral típico de la clase media española.
El problema para Fade no es que el Gobierno piense distinto, sino que la oposición tampoco avala sus posturas. La clase política asturiana está enganchada al gasto corriente, tanto la izquierda como la derecha. Con la boca pequeña hablan de la inversión productiva y dedican sus mejores energías a discutir sobre el reparto de subvenciones. Este presupuesto es un monumento al gasto corriente, tal como quedó prefigurado en el último año del mandato de Javier Fernández con el ajuste de la jornada laboral. Nadie se atreve a tocar los 103 millones, así que mejor quitarse la careta y votar todos los grupos unánimemente a favor de las cuentas. Feito no confronta con Barbón, sino que choca con el statu quo asturiano. Un sistema que ayudó a apuntalar la Federación Asturiana de Empresarios, por activa o por pasiva, durante décadas.