En el organigrama del Principado la novedad de esta legislatura estuvo en la aparición de la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad. Llevar la ciencia al frontispicio de una consejería era toda una declaración de intenciones del nuevo presidente del Principado. Bien es cierto que cualquier mención a la Universidad lleva implícita la alusión a la ciencia, pero la investigación en la universidad española estuvo tantas décadas eclipsada por la docencia que no está de más subrayar el papel que se pretende de ella encabezando el nombre de una consejería. Al pasar de las musas al teatro, del discurso al presupuesto, la ciencia se queda con menos de cuarenta millones de euros en las cuentas regionales para el próximo año. Si vamos a lo concreto, el número de ayudas predoctorales Severo Ochoa pasan de 65 a 70. En esas cifras se mueve el cambio.
Los titulados (grados, máster) que se dedican a la investigación en el entorno universitario tienen un futuro incierto y desde una perspectiva económica muy azaroso. En muchos casos participan en grupos de investigación durante décadas sin tener ninguna estabilidad, saltando de beca en beca. En una ocasión, uno de los catedráticos de la Universidad de
Oviedo que tiene un currículo más brillante como investigador me comentó que dedicaba gran parte de sus energías a buscar becas, programas, etcétera, para que los miembros de su equipo contaran con recursos económicos. En esas condiciones la única razón para preservar en la tarea es la vocación. Ni siquiera gozan de una gran consideración social porque eso queda para el jefe del grupo. Así como hay una carrera académica para el profesorado que se dedica a la docencia (más de la mitad de ellos también tiene un perfil investigador), no existe un itinerario establecido para los jóvenes titulados que se centran en la investigación. El consejero del Principado, Borja Sánchez, pretende que haya una carrera para los investigadores, desde los primeros pasos hasta la jubilación. Eso es lógico y sensato, pero no será fácil.
Dadas las dificultades económicas que padecemos (bajísimo porcentaje de creación de empresas, desempleo elevado, baja tasa de actividad, entorno hostil para la industria, etcétera), es hora de que arriesguemos apostando por el camino de la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías. A ver si a finales de mes se aprueba el último presupuesto guiado por la inercia. Hay que cambiar de mentalidad y gobernar sin anteojeras.