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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN

A la anomalía de celebrar elecciones generales que solo sirven para que unos meses más tarde se vuelvan a convocar otras elecciones generales –sucedió en dos ocasiones, años 2016 y 2019–, se suma ahora la extravagancia de buscar apoyos para la votación de investidura del candidato a presidente de Gobierno en instituciones o personas que no tienen nada que ver con el Congreso de los Diputados. Nada más recibir el encargo del Rey, Pedro Sánchez anunció una densa agenda de contactos y reuniones, hasta tal punto que va a ayudarle Adriana Lastra para aligerar la carga. El próximo lunes empiezan los «cara a cara» con Pablo Casado e Inés Arrimadas. A continuación abordará una ronda telefónica con los diecisiete presidentes autonómicos que no está prevista en ninguna norma ni se puede apoyar en ningún uso. A los barones autonómicos nadie les dio vela en este entierro hasta la ocurrencia de Sánchez. Los presidentes son utilizados como un medio para tener un contacto oficial con Quim Torra (presidente de la Generalitat), tal como piden los independentistas catalanes. Puestos a tener entrevistas fútiles, también está convocado Abel Caballero (presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias). A ver si el alcalde de Vigo arroja mucha luz para mejorar el procedimiento.

Simultáneamente, Adriana Lastra se las verá con los portavoces de todos los grupos minoritarios, regionalistas y nacionalistas, a los que se unirá Íñigo Errejón. Lastra ya tiene experiencia tras las interesantísimas charlas con Gabriel Rufián. La novedad en la ronda de Lastra es la inclusión de Vox, partido al que ni siquiera nombran los socialistas en las intervenciones parlamentarias, sustituyéndolo por una referencia genérica, «la ultraderecha».

Sánchez y sus asesores organizan esta faramalla con dos objetivos: ocultar que la única negociación para la investidura ya está en marcha desde hace semanas –parte del preacuerdo con Unidas Podemos–, y ganar tiempo simulando una febril actividad negociadora hasta que ERC esté en condiciones de conceder la abstención en la investidura. Torra ya se ha dado por aludido, rechazando la oferta de Sánchez porque quiere un trato diferencial: para entendernos, una reunión entre presidentes de gobiernos soberanos. Por mucho ruido que hagan las vuvuzelas del poder, todo el mundo entiende que la investidura de Sánchez va a depender de un partido que solo tiene un deseo para España: cuanto peor, mejor.

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por JUAN NEIRA

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